Después del rezo a la
Madre de Dios, del segundo Domingo de Cuaresma, el Papa Francisco reiteró su
anhelo de que se impulse la abolición de la pena de muerte.
En la víspera de un encuentro internacional sobre este tema, en la capital
italiana, el Obispo de Roma dirigió un llamamiento a las conciencias de los
gobernantes, en especial a los católicos, en el Jubileo Extraordinario de la
Misericordia:
Mañana tendrá lugar en Roma un encuentro internacional sobre el
tema: ‘Por un mundo sin la pena de muerte’ promovido por la Comunidad de San
Egidio. Deseo que el simposio pueda dar un renovado impulso al compromiso en
favor de la abolición de la pena capital. Es unsigno de esperanza ver que se desarrolla y difunde cada
vez más en la opinión pública una posición contraria a la pena de muerte,
también como instrumento de legítima defensa social. En efecto, las sociedades
modernas tienen la posibilidad de reprimir eficazmente el crimen, sin quitarle
definitivamente a aquel que lo ha cometido la posibilidad de redimirse. El
problema se debe enfocar en la perspectiva de una justicia penal, que sea cada
vez más conforme a la dignidad
del hombre y al designio de Dios sobre
el hombre y sobre la sociedad, y también a una justicia penal
abierta a la esperanza de la reinserción en la sociedad. El mandamiento ‘no matarás’ tiene
valor absoluto y se refiere tanto al inocente como al culpable.
El Jubileo extraordinario de la
Misericordia es
una ocasión propicia para promover en el mundo formas cada vez más maduras de
respeto de la vida y de la dignidad de toda persona. También el criminal
mantiene el inviolable derecho a la vida,
don de Dios. Me apelo a la conciencia de los gobernantes, para que se alcance
un consenso internacional para la abolición de la pena de muerte. Y propongo a
cuantos entre ellos son católicos que cumplanun gesto valiente y ejemplar: que no se ejecute ninguna condena a
la pena de muerte en este Año Santo de la Misericordia.
Todos los cristianos y los hombres de buena voluntad están llamados hoy a obrar no solo en
favor de la abolición de la pena de muerte, sino también con el fin de mejorar
las condiciones de reclusión, en el respeto de la dignidad humana de las
personas privadas de la libertad».
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