El cristiano es un testigo de la luz de
Dios
“El misterio de Dios es luz” – afirmó el Santo Padre – al comentar el Evangelio del día en que Jesús dice que la luz no
ha venido “para ser colocada debajo de un cajón o debajo de la cama, sino para
ser puesta en un candelabro, para iluminar”:
“Y éste es uno de los rasgos del
cristiano, que ha recibido la luz en el Bautismo y debe darla. Es decir, el
cristiano es un testigo. Testimonio. Una de las peculiaridades de las actitudes
cristianas. Un cristiano que lleva esta luz, debe hacerla ver porque él es un
testigo. Cuando un cristiano prefiere no hacer ver la luz de Dios, sino que
prefiere sus propias tinieblas, éstas le entran en su corazón porque tiene
miedo de la luz y los ídolos, que son tinieblas, le gustan más. Entonces le
falta, le falta algo y no es un verdadero cristiano. El testimonio. Un
cristiano es un testigo. De Jesucristo, Luz de Dios. Y debe poner esta luz
sobre el candelabro de su vida”.
El cristiano es magnánimo: pierde para
ganar a Cristo
Francisco recordó que en el Evangelio Jesús dice:
“Con la medida con la que midan serán medidos ustedes; y se les dará más”. Y
comentó que otra característica del cristiano es la magnanimidad, porque es
hijo de un Padre magnánimo, que tiene un ánimo grande”:
“El corazón cristiano es magnánimo. Esta
siempre abierto. No es un corazón que se cierra en su propio egoísmo. O al
menos cuenta: hasta aquí, hasta allá. Cuando tú entras en esta luz de Jesús,
cuando tú entras en la amistad de Jesús, cuando tú te dejas guiar por el
Espíritu Santo, el corazón se vuelve abierto, magnánimo… El cristiano, a este
punto, no gana: pierde. Pero pierde para ganar otra cosa, y con esta ‘derrota’
de intereses – entre comillas – gana a Jesús, gana convirtiéndose en testigo de
Jesús”.
Gracias a los sacerdotes que han dado
luz
Por último, el Papa Francisco se dirigió a cuantos, entre los presentes, han celebrado cincuenta
años de sacerdocio:
“Para mí es una alegría celebra hoy entre
ustedes, que festejan el 50º aniversario de su sacerdocio: Cincuenta años por
el camino de la luz y del testimonio, cincuenta años tratando de ser mejores,
tratando de llevar la luz en el candelabro: a veces se cae, pero vamos otra
vez, siempre con esa voluntad de dar luz, generosamente, es decir, con el
corazón magnánimo. Sólo Dios y su memoria saben a cuánta gente han recibido con
magnanimidad, con bondad de padres, de hermanos… A cuánta gente que tenía
el corazón un poco oscuro le han dada luz, la luz de Jesús. Gracias. Gracias
por lo que han hecho en la Iglesia, por la Iglesia de Jesús”.
“Que el Señor les dé la alegría – concluyó
diciendo el Obispo de Roma – esta alegría grande de haber sembrado bien,
de haber iluminado bien y de haber abierto los brazos para recibir a todos con
magnanimidad”.
(María Fernanda Bernasconi - RV).
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