viernes, 1 de enero de 2016

“Estamos llamados a vencer la indiferencia que impide la solidaridad", el Papa al inicio del año

Muéstranos el rostro de tu Hijo Jesús, que derrama sobre todo el mundo su misericordia y su paz”, es la oración conclusiva del Papa Francisco en su homilía de la Misa en la Solemnidad de María Santísima, Madre de Dios y 49° Jornada Mundial de la Paz.
«La plenitud de los tiempos» (Gal 4,4)
Comentando el pasaje bíblico de la Carta de San Pablo Apóstol a los Gálatas, el Santo Padre se preguntó: “¿Qué significa el que Jesús nazca en la «plenitud de los tiempos»?”. Si nos fijamos únicamente en el momento histórico, precisó el Pontífice, podemos quedarnos defraudados, ya que para los contemporáneos de Jesús, ese tiempo no era en modo alguno el mejor momento. La plenitud de los tiempos – dijo el Papa – no se define desde una perspectiva geopolítica.
La plenitud de los tiempo es entendida e interpretada desde el punto de vista de Dios, afirmó el Obispo de Roma, por ello, la plenitud de los tiempos tiene lugar en el momento en el que Dios establece que ha llegado la hora de cumplir la promesa que había hecho. Ya que como escribe el autor de la Carta a los Hebreos: «En muchas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a los padres por los profetas. En esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo…» (1,1-3).
La dramática experiencia histórica
“Sin embargo, el Sucesor de Pedro evidenció que, este misterio contrasta siempre con la dramática experiencia histórica. Cada día, aunque deseamos vernos sostenidos por los signos de la presencia de Dios, nos encontramos con signos opuestos, negativos, que nos hacen creer que está ausente. La plenitud de los tiempos parece desmoronarse ante la multitud de formas de injusticia y de violencia que hieren cada día a la humanidad”.
Observando la dramática realidad moderna y el creciente rió de miseria, alimentado por el pecado, el Papa Francisco se preguntó: ¿Cómo es posible que perdure la opresión del hombre contra el hombre, que la arrogancia del más fuerte continúe humillando al más débil, arrinconándolo en los márgenes más miserables de nuestro mundo? ¿Hasta cuándo la maldad humana seguirá sembrando la tierra de violencia y odio, que provocan tantas víctimas inocentes? ¿Cómo puede ser este un tiempo de plenitud, si ante nuestros ojos muchos hombres, mujeres y niños siguen huyendo de la guerra, del hambre, de la persecución, dispuestos a arriesgar su vida con tal de que se respeten sus derechos fundamentales?
El océano de la Misericordia
Y, sin embargo, dijo el Santo Padre, este río en crecida nada puede contra el océano de misericordia que inunda nuestro mundo. Todos estamos llamados a sumergirnos en este océano, para dejarnos regenerar para vencer la indiferencia que impide la solidaridad y salir de la falsa neutralidad que obstaculiza el compartir. La gracia de Cristo, agregó el Pontífice, que lleva a su cumplimiento la esperanza de la salvación, nos empuja a cooperar con Él en la construcción de un mundo más justo y fraterno, en el que todas las personas y todas las criaturas puedan vivir en paz, en la armonía de la creación originaria de Dios”.
María, Sede de la Sabiduría

“Al comienzo de un nuevo año, la Iglesia nos hace contemplar la Maternidad de María como icono de la paz. A través de ella, a través de su «sí», puntualizó el Obispo de Roma, ha llegado la plenitud de los tiempos. Ella se nos presenta como un vaso siempre rebosante de la memoria de Jesús, Sede de la Sabiduría, al que podemos acudir para saber interpretar coherentemente su enseñanza, para captar el sentido de los acontecimientos que nos afectan a nosotros, a nuestras familias, a nuestros países y al mundo entero. Donde no puede llegar la razón de los filósofos ni los acuerdos de la política, dijo el Pontífice, llega la fuerza de la fe que lleva la gracia del Evangelio de Cristo, y que siempre es capaz de abrir nuevos caminos a la razón y a los acuerdos”.
Antes de concluir su homilía, el Papa Francisco invocó a la Santísima Virgen María, la Madre de Dios. “Bienaventurada eres tú, María, dijo el Papa, porque has dado al mundo al Hijo de Dios; pero todavía más dichosa por haber creído en él. Derrama sobre nosotros tu bendición en este día consagrado a ti; muéstranos el rostro de tu Hijo Jesús, que derrama sobre todo el mundo su misericordia y su paz”.
(Renato Martinez – Radio Vaticano)


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