Una voz de denuncia se elevó desde el campo
de Kangemi,
uno de los barrios más pobres de Kenia, para que sea escuchada por el mundo
entero. En la capital de este país, más del 60% de los habitantes, viven
en estos barrios pobres. Así, dirigiendo sus palabras a los hermanos y hermanas
que “tienen un lugar preferencial” en la vida y opciones del pontífice, el Papa
Bergoglio reflexionó sobre la sabiduría de los barrios populares: «Ustedes son capaces de tejer lazos
de pertenencia y de convivencia que convierten el hacinamiento en una
experiencia comunitaria donde se rompen las paredes del yo y se superan las
barreras del egoísmo» (ibíd, 149), les dijo.
Reivindicando
los valores que se practican en los barrios populares, “valores que no cotizan
en Bolsa” y “que no tienen precio de mercado”, destacó que este reconocimiento
“no implica el desconocimiento de la atroz injusticia de la
marginación urbana”, heridas que “son provocadas por minorías
que concentran el poder, la riqueza y derrocan con egoísmo”, mientras
“crecientes mayorías deben refugiarse en periferias abandonadas, contaminadas,
y descartadas”.
Haciendo
referencia a al acaparamiento de las tierras por parte de los “desarrolladores
privados”, recordó que “Dios ha dado la tierra a todo el género humano para que
ella sustente a todos sus habitantes sin excluir a nadie ni privilegiar a
ninguno”, y subrayó el problema de la falta de acceso
a las infraestructuras y servicios básicos, y aquel del agua potable, al cual hizo referencia como “una
deuda social con los pobres” porque es “negarles el derecho a la
vidaradicado en su dignidad inalienable”.
En
un contexto de indiferencia y hostilidad que se agrava cuando la violencia se
generaliza y las organizaciones criminales,
al servicio de intereses económicos o políticos, utilizan a niños y jóvenes como
«carne de cañón» para sus negocios ensangrentados, la voz del Sucesor de Pedro
se elevó para proponer, una vez más, una respetuosa integración urbana. “Ni
erradicación, ni paternalismo, ni indiferencia, ni mera contención.
Necesitamos ciudades integradas y para todos – dijo. Necesitamos superar
la mera proclamación de derechos que en la práctica no se respetan, concretar
acciones sistemáticas que mejoren el hábitat popular y planificar nuevas
urbanizaciones de calidad para albergar a las futuras generaciones”.
Finalmente
un llamamiento a todos los cristianos para que renueven el impulso
misionero, tomen la iniciativa frente a las injusticias, y se involucren con
los problemas de los vecinos, acompañándolos en sus luchas, cuidando los
frutos de su trabajo comunitario y celebrando juntos cada pequeña o gran
victoria.
«Los pobres son los destinatarios privilegiados del Evangelio»
reiteró con las palabras de su amado predecesor, Benedicto XVI.
(GM – RV)
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