La Iglesia es fiel si su único tesoro y su
único interés es Jesús, pero es tibia y mediocre si
busca su seguridad en las cosas del mundo. Lo afirmó el Papa durante la Misa de la mañana celebrada en la capilla de la Casa
de Santa Marta.
El único tesoro de la Iglesia es Jesús
El Evangelio del día se refiere a la pobre
viuda que echa en el tesoro del templo dos moneditas, mientras los ricos
ostentan sus grandes donaciones. Jesús afirma que “esta viuda tan pobre ha dado
más que todos”, porque los demás han dado de lo superfluo, mientras ella, en su
miseria, ha dato “todo lo que tenía para vivir”.
El Papa Bergoglio comentó que “la viuda es la
mujer sola, que no tiene marido que la cuide; la mujer que debe arreglárselas
como pueda, que vive de la caridad pública. La viuda de este pasaje del
Evangelio era “una viuda que tenía su esperanza sólo en el Señor”. “A mí me
gusta ver en las viudas del Evangelio – afirmó el Santo Padre – la imagen de la
‘viudez’ de la Iglesia que espera el regreso de Jesús”:
“La Iglesia es esposa de Jesús, pero su
Señor se ha ido y su único tesoro es su Señor. Y la Iglesia, cuando es fiel,
deja todo en espera de su Señor. En cambio, cuando la Iglesia no es fiel o no
es tan fiel o no tiene tanta fe en el amor de su Señor trata de arreglarse
también con otras cosas, con otras seguridades, más del mundo que de Dios”.
Una Iglesia que llora y lucha por sus
hijos
“Las viudas del Evangelio – observó el Papa Francisco – nos dan un hermoso mensaje de
Jesús sobre la Iglesia”:
“Está aquella sola, única, que salía de
Nain, con el ataúd de su hijo: lloraba, sola. Sí, la gente tan amable, ¡pero su
corazón estaba solo! La Iglesia viuda que llora cuando sus hijos mueren a la
vida de Jesús. Está aquella otra que, para defender a sus hijos, va del juez
inicuo: le hace la vida imposible, llamando a su puerta todos los días,
diciendo ‘¡hazme justicia!’. Al final le hace justicia. Es la Iglesia viuda que
reza, intercede por sus hijos. Pero el corazón de la Iglesia está siempre con
su Esposo, con Jesús. Está allá arriba. También nuestra alma – según los padres
del desierto – se asemeja mucho a la Iglesia. Y cuando nuestra alma, nuestra
vida, está más cerca de Jesús se aleja de tantas cosas mundanas, cosas que no
sirven, que no ayudan y que alejan de Jesús. Así es nuestra Iglesia que busca a
su Esposo, espera a su Esposo, espera aquel encuentro, que llora por sus hijos,
lucha por sus hijos, da todo lo que tiene porque su interés es sólo su Esposo”.
La Iglesia fiel y la Iglesia mediocre
La ‘viudez’ de la Iglesia – explicó
el Papa – se refiere al hecho de que la Iglesia está esperando a Jesús: “Puede
ser una Iglesia fiel a esta expectativa, esperando con confianza el regreso del
marido o una Iglesia no fiel a esta ‘viudez’, que busca seguridad en otras
realidades… la Iglesia tibia, la Iglesia mediocre, la Iglesia mundana”.
Pensemos también en nuestras almas, fue su exhortación conclusiva: “¿Nuestras
almas buscan seguridad sólo en el Señor o buscan otras seguridades que no
gustan al Señor?”:
“En estos últimos días del Año Litúrgico
nos hará bien interrogarnos sobre nuestra alma: si es como esta Iglesia que
quiere Jesús, si nuestra alma se dirige a su esposo y dice: ‘¡Ven Señor Jesús!
Ven’. Y que deja de lado todas estas cosas que no sirven, no ayudan a la
fidelidad”.
(María Fernanda Bernasconi - RV).
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