Con una
hora y veinte minutos de vuelo, el Obispo de Roma llegó a Uganda desde Kenia, a
las 16,50 el viernes 27 de Noviembre. Después de la ceremonia de bienvenida en
el aeropuerto de Entebbe, hizo una visita de cortesía al Presidente de la
Republica de Uganda el Señor Yoweri Kaguta Museveni.
Posteriormente el Papa tuvo un encuentro con la autoridades de Uganda y el
Cuerpo Diplomático, en el que expresó entre otras cosas que su visita
pretende también llamar la atención sobre África en su conjunto, sus promesas,
sus esperanzas, sus luchas y sus logros. "El mundo mira a África como al
continente de la esperanza. En efecto, Uganda ha sido bendecida por Dios con
abundantes recursos naturales, que ustedes tienen el cometido de administrar
con responsabilidad. Pero, sobre todo, la nación ha sido bendecida en su gente:
sus familias fuertes, sus jóvenes y sus ancianos". Así mismo Francisco
dijo que esperaba con alegría reunirse mañana con los jóvenes, para dirigirles
palabras de aliento y desafío. "Qué importante es ofrecerles esperanza,
oportunidades de educación y empleo remunerado y, sobre todo, la oportunidad de
participar plenamente en la vida de la sociedad. Pero también quisiera
mencionar la bendición que ustedes tienen en las personas mayores. Ellas son la
memoria viva de todos los pueblos. Siempre hay que valorar su sabiduría y
experiencia como una brújula que consiente a la sociedad encontrar la dirección
correcta para afrontar los desafíos del presente con integridad, sabiduría y
previsión". jesuita Guillermo Ortiz - Radio Vaticana
Palabras de Papa Francisco en el encuentro con las autoridades y cuerpo
diplomático en Entebbe Uganda
Señor Presidente, Miembros del
Gobierno, Distinguidos Miembros del Cuerpo Diplomático.
Hermanos Obispos Señoras y Señores:
Les agradezco su amable bienvenida; me
siento feliz de estar en Uganda. Mi visita a su país está orientada, sobre
todo, a conmemorar el quincuagésimo aniversario de la canonización de los
mártires de Uganda por mi predecesor, el Papa Pablo VI. Aunque espero que
mi presencia aquí sea vista también como un signo de amistad, aprecio y aliento
a todo el pueblo de esta gran nación.
Los
mártires, tanto católicos como anglicanos, son verdaderos héroes nacionales.
Ellos dan testimonio de los principios rectores expresados en el lema de
Uganda: «Por Dios y mi país». Nos recuerdan el papel fundamental que ha tenido
y sigue teniendo la fe, la rectitud moral y el compromiso por el bien común, en
la vida cultural, económica y política de este país. También nos recuerdan que,
a pesar de nuestros diferentes credos y convicciones, todos estamos llamados a
buscar la verdad, a trabajar por la justicia y la reconciliación, y a
respetarnos, protegernos y ayudarnos unos a otros como miembros de una única
familia humana. Estos altos ideales son especialmente importantes en hombres y
mujeres, como ustedes, que han de garantizar una buena y transparente gestión
pública, un desarrollo humano integral, una amplia participación en la vida
nacional, así como una distribución racional y justa de los bienes que el
Creador ha otorgado con abundancia a estas tierras.
Mi
visita pretende también llamar la atención sobre África en su conjunto, sus
promesas, sus esperanzas, sus luchas y sus logros. El mundo mira a África como
al continente de la esperanza. En efecto, Uganda ha sido bendecida por Dios con
abundantes recursos naturales, que ustedes tienen el cometido de administrar
con responsabilidad. Pero, sobre todo, la nación ha sido bendecida en su gente:
sus familias fuertes, sus jóvenes y sus ancianos. Espero con alegría reunirme
mañana con los jóvenes, para dirigirles palabras de aliento y desafío. Qué
importante es ofrecerles esperanza, oportunidades de educación y empleo
remunerado y, sobre todo, la oportunidad de participar plenamente en la vida de
la sociedad. Pero también quisiera mencionar la bendición que ustedes tienen en
las personas mayores. Ellas son la memoria viva de todos los pueblos. Siempre
hay que valorar su sabiduría y experiencia como una brújula que consiente a la
sociedad encontrar la dirección correcta para afrontar los desafíos del
presente con integridad, sabiduría y previsión.
Aquí, en
África del Este, Uganda ha mostrado una preocupación excepcional por acoger a
los refugiados, para que puedan reconstruir sus vidas con seguridad y con el
sentido de la dignidad que proporciona el ganarse el sustento mediante un
trabajo honrado. Nuestro mundo, atrapado en guerras, violencia, y diversas
formas de injusticia, es testigo de un movimiento de personas sin precedentes.
La manera como los tratamos es una prueba de nuestra capacidad de humanidad, de
nuestro respeto por la dignidad humana y, sobre todo, de nuestra solidaridad
con estos hermanos y hermanas necesitados.
Aunque
mi visita sea breve, deseo seguir alentando los muchos esfuerzos que de modo
discreto se están realizando en favor de los pobres, los enfermos y todos los
que pasan dificultad. En estos pequeños signos se manifiesta el alma verdadera
de un pueblo. En muchos sentidos, nuestro mundo experimenta hoy un crecimiento
armónico; al mismo tiempo, sin embargo, vemos con preocupación la globalización
de una «cultura del descarte», que nos hace perder de vista los valores
espirituales, endurece nuestros corazones ante las necesidades de los pobres y
roba la esperanza a nuestros jóvenes.
Con el
deseo de encontrarme con ustedes y compartir este tiempo juntos, pido a Dios
que usted, Señor Presidente, y todo el querido pueblo de Uganda, respondan
siempre a los valores que han forjado el alma de su nación. Invoco de todo
corazón sobre todos ustedes las abundantes bendiciones del Señor.
Mungu
awabariki! (Que Dios los bendiga).
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