1. Un estilo de vida. Ser pobre o caminar en la lógica
del don; saliendo de la propia tierra y tendiendo la mano al otro en quien
percibimos la presencia de Dios. Sufrir por amor hacia el otro herido en su
dignidad como persona por la miseria, el abandono, la injusticia o el desprecio.
Dichosos los que lloran en las desgracias y las humillaciones de la vida,
porque Dios está con ellos amándolos y, ocurra lo que ocurra, mantendrán la
confianza. Felices los misericordiosos por que la compasión y el compromiso por
liberar a los otros de sus dolencias y marginación manifiestan que Dios
misericordioso está y actúa en ellos.
Dichosos los limpios de corazón -los que
no son hipócritas sino consecuentes con lo que creen- porque siguen la conducta
de Jesucristo, testigo fiel de Dios. Dichosos los que construyen la paz en sus familias,
en su trabajo y en la sociedad, porque están colaborando al proyecto de un
mundo fraterno que anhelamos todos en el fondo de nuestros corazones. Felices
los perseguidos porque se comprometen de verdad en establecer una sociedad más
justa donde todas las personas puedan tener una vida digna y satisfacer sus
derechos fundamentales.
2. Una forma de vivir, no prioritariamente
a cumplimiento de prácticas religiosas. No quiere decir que éstas carezcan de
sentido, sino que deben ser expresión y ayuda para fomentar y mantener una
conducta. En la conducta histórica de Jesús encontramos gestos sacramentales;
por ejemplo comidas con los pobres, la última cena, lavar los pies a sus
discípulos; esos gestos eran significativos porque manifestaban y ratificaban
el talante que caracterizó a dicha conducta: movido a compasión, fue pobre,
curó enfermos, derribó muros de separación, defendió la dignidad de todos, y
por esa causa entregó su propia vida. En las canonizaciones de santos, la
Iglesia quiere resaltar ejemplos de mujeres y de hombres que intentaron recrear
en su propia vida la conducta de Jesús.
3. Jesucristo es Palabra que a todo ser
humano ilumina. Son innumerables las personas, religiosas o no, que ignorando sin
culpa el evangelio y la Iglesia, buscan a Dios con un corazón sincero y
siguiendo el dictamen de su conciencia tratan de ser honradas, construir un
mundo en paz y en justicia. Procediendo en la lógica del amor y de la gratuidad
también son testigos de Dios revelado en Jesucristo, "Padre
misericordioso" que a todos y a todo da vida y aliento. La Iglesia es el
signo e instrumento de esa unión íntima con Dios que une a toda la humanidad, y
va tomando cuerpo en la historia. Los santos ya no caben en el calendario y por
eso celebramos con alegría la fiesta de "todos los santos.
Jesús Espeja
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