Interpretar mal a quien hace el
bien, calumniar por envidia, tender trampas para hacer caer, todo esto no viene
de Dios sino del diablo. El Papa Francisco comentó el Evangelio del día al
celebrar la Misa matutina en la capilla de la Casa de Santa Marta exhortando al
discernimiento y a la vigilancia.
Rigideces doctrinales
Refiriéndose al Evangelio del día, en el
que Jesús echa a un demonio, hace el bien, está entre la gente que lo escucha y
reconoce su autoridad, pero está quien lo acusa, el Santo Padre subrayó:
“Había otro grupo de personas que no lo
amaba y siempre trataba de interpretar las palabras de Jesús y también las
actitudes de Jesús de modo diverso, contra Jesús. Algunos por envidia, otros
por rigideces doctrinales, otros porque tenían miedo de que fueran los romanos
e hicieran una matanza; por tantos motivos trataban de alejar del pueblo la
autoridad de Jesús, incluso con la calumnia, como en este caso. ‘Él echa a los
demonios por medio de Belcebú. Él es un endemoniado. Él hace magias, es un brujo.
Y continuamente lo ponían a prueba, le ponían delante una trampa, para ver si
caía”.
Discernimiento y vigilancia
El Papa Bergoglio invitó al discernimiento
y a la vigilancia. “Saber discernir las situaciones”: lo que viene de Dios y lo
que viene del maligno que “siempre trata de engañar”, “de hacernos elegir un
camino equivocado”. “El cristiano no puede estar tranquilo, pensar que todo va
bien, debe discernir las cosas y mirar bien de dónde vienen, cuál es su raíz”.
El diablo anestesia la conciencia
Y después está la vigilancia, porque en un
camino de fe “las tentaciones vuelven siempre, el mal espíritu jamás se cansa”.
Si “ha sido expulsado” tiene “paciencia, y espera para volver” y si se lo deja
entrar se cae en una situación peor. En efecto, antes se sabía que era “el
demonio el que atormentaba”. Después, “el maligno está escondido, viene con sus
amigos muy educados, llama a la puerta, pide permiso, entra y convive con aquel
hombre, su vida cotidiana y, gota a gota, da las instrucciones”. Con “esta modalidad
educada” el diablo convence a “hacer las cosas con relativismo”, tranquilizando
la conciencia:
“Tranquilizar la conciencia. Anestesiar la
conciencia. Y esto es un gran mal. Cuando el mal espíritu logra anestesiar la
conciencia se puede hablar de una verdadera victoria suya, se convierte en el
dueño de aquella conciencia: ‘¡Y esto sucede por doquier! Sí, pero todos, todos
tenemos problemas, todos somos pecadores, todos…’. Y en el ‘todos’ está el
‘ninguno. ‘Todos, pero yo no’. Y así se vive esta mundanidad que es hija del
mal espíritu”.
Hacer siempre un examen de
conciencia
Al final de su homilía el Papa Francisco
reafirmó las dos palabras iniciales, vigilancia y discernimiento:
“Vigilancia. La Iglesia nos aconseja
siempre el ejercicio del examen de conciencia: ¿qué ha sucedido hoy en mi
corazón, hoy, por esto? ¿Ha venido a mí este demonio educado con sus
amigos? Discernimiento. De donde vienen los comentarios, las palabras,
las enseñanzas, ¿quién dice esto? Discernir y vigilancia, para no dejar entrar
a aquel que engaña, que seduce, que fascina. Pidamos al Señor esta gracia, la
gracia del discernimiento y la gracia de la vigilancia”.
(María Fernanda Bernasconi - RV).
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