domingo, 21 de junio de 2015

Papa Francisco rezó y tocó el Santo Sudario en Turín

Dentro de la catedral de Turín en penumbras, el domingo 21 de junio de 2015, Francisco veneró en silencio la misteriosa sábana sepulcral en la que envolvieron a un crucificado, con todos los signos de la pasión de Jesús de Nazaret que refiere el Evangelio. El momento central de esta peregrinación del Papa, fue en absoluto silencio. Ni lecturas, ni discursos, ni cantos, ni  música. Solo varios minutos de contemplación y oración delante del Santo Sudario, con algunos enfermos en silla de ruedas en primera fila.
“El hombre de la Sábana Santa nos invita a contemplar a Jesús de Nazaret” dijo Francisco en un video mensaje en los días previos a su visita. “También yo me pongo con ustedes  ante la Sábana Santa… no se trata simplemente de observar, sino de venerar; es una mirada de oración. Y diría aún más: es un dejarse mirar. Este rostro tiene los ojos cerrados, es el rostro de un difunto y, sin embargo, misteriosamente nos mira y, en el silencio, nos habla. Esta imagen –grabada en el lienzo– habla a nuestro corazón y nos lleva a subir al monte del Calvario, a mirar el madero de la cruz, a sumergirnos en el silencio elocuente del amor."
"Así pues, dejémonos alcanzar por esta mirada, que no va en busca de nuestros ojos, sino de nuestro corazón. Escuchemos lo que nos quiere decir, en el silencio, sobrepasando la muerte misma. A través de la Sábana Santa nos llega la Palabra única y última de Dios: el Amor hecho hombre, encarnado en nuestra historia; el Amor misericordioso de Dios, que ha tomado sobre sí todo el mal del mundo para liberarnos de su dominio."
"Este rostro desfigurado se asemeja a tantos rostros de hombres y mujeres heridos por una vida que no respeta su dignidad, por guerras y violencias que afligen a los más vulnerables... Sin embargo, el rostro de la Sábana Santa transmite una gran paz; este cuerpo torturado expresa una majestad soberana. Es como si dejara trasparentar una energía condensada pero potente; es como si nos dijera: ten confianza, no pierdas la esperanza; la fuerza del amor de Dios, la fuerza del Resucitado, todo lo vence”.
El Obispo de Roma, sentado frente a la reliquia de Jesús miraba y bajaba la cabeza, en contemplación y oración, finalmente se persigno, se levantó y camino subiendo los escalones que lo separaban de la misteriosa sábana y tocó el vidrio que la protege.
Después de la misa y previamente a la oración del Ángelus dijo: “El Santo Sudario nos atrae hacia el rostro y el cuerpo martirizado de Jesús y, al mismo tiempo, nos empuja hacia el rostro de cada persona sufriente y injustamente perseguida. Nos empuja en la misma dirección del don de amor de Jesús. “El amor de Cristo nos apremia”.

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