miércoles, 17 de junio de 2015

La muerte no tiene la última palabra, dijo el Papa en su catequesis

En su catequesis de la audiencia general – celebrada el tercer miércoles de junio en la Plaza de San Pedro y ante la presencia de varios miles de fieles y peregrinos procedentes de numerosos países – el Papa Francisco, prosiguió sus reflexiones sobre la familia y la vida real, centrándose, en esta ocasión, en el luto por la pérdida de alguno de sus miembros y que causa un dolor desgarrador.

Hablando en italiano el Santo Padre explicó que esta experiencia, que viven todas las familias, forma parte de la vida y, sin embargo, cuando toca los afectos familiares jamás nos parece natural. Así por ejemplo, para los padres, sobrevivir a los propios hijos es algo sumamente lacerante, que contradice la naturaleza elemental de las relaciones que dan sentido a la misma familia. Mientras una situación semejante padece el niño que se queda solo por la pérdida de uno de sus padres o de ambos.

En estos casos – afirmó el Papa Bergoglio  la muerte es como un agujero negro que se abre en la vida de las familias y representa una experiencia a la que no sabemos dar ninguna explicación. Es más, a veces se llega incluso a darle la culpa de esto a Dios.

Pero la muerte física – dijo también el Obispo de Roma – tiene algunos “cómplices” que son incluso peores, y que se llaman odio, envidia, soberbia, avaricia; en una palabra el pecado del mundo que trabaja para la muerte y la hace aún más dolorosa e injusta. “Pensemos – invitó el Papa – en la absurda normalidad con la que, en ciertos momentos y en ciertos lugares, los eventos que añaden horror a la muerte son provocados por el odio y por la indiferencia de otros seres humanos”. De ahí que Francisco haya pedido al Señor que nos libre de acostumbrarnos a esto.

Tras recordar que mediante la fe podemos consolarnos mutuamente sabiendo que el Señor ha vencido la muerte, citando un pasaje de Benedicto XVI a la hora del ángelus del 2 de noviembre de 2008, el Papa Francisco afirmó que esta fe nos protege de la visión nihilista de la muerte, como así también de las falsas consolaciones del mundo, de modo que la verdad cristiana “no corra el riesgo de mezclarse con mitologías de diverso tipo”, cediendo a los ritos de la superstición antigua o moderna.

Por esta razón afirmó el Papa que hoy es necesario que los Pastores y todos los cristianos expresen de modo más concreto el sentido de la fe ante la experiencia familiar del luto, sin negar el derecho al llanto.
(María Fernanda Bernasconi - RV).


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