La imagen es sencilla y de gran fuerza expresiva. Jesús es la «vid
verdadera», llena de vida; los discípulos son «sarmientos» que viven de la
savia que les llega de Jesús; el Padre es el «viñador» que cuida personalmente
la viña para que dé fruto abundante. Lo único importante es que se vaya
haciendo realidad su proyecto de un mundo más humano y feliz para todos.
La imagen pone de relieve dónde está el problema. Hay sarmientos secos por
los que no circula la savia de Jesús. Discípulos que no dan frutos porque no
corre por sus venas el Espíritu del Resucitado. Comunidades cristianas que
languidecen desconectadas de su persona.
Por eso se hace una afirmación cargada de intensidad: «el sarmiento
no puede dar fruto si no permanece en la vid»: la vida de los discípulos es
estéril «si no permanecen» en Jesús. Sus palabras son categóricas: «Sin mí no
podéis hacer nada». ¿No se nos está desvelando aquí la verdadera raíz de la
crisis de nuestro cristianismo, el factor interno que resquebraja sus cimientos
como ningún otro?
La forma en que viven su religión muchos cristianos, sin una unión vital
con Jesucristo, no subsistirá por mucho tiempo: quedará reducida a «folklore»
anacrónico que no aportará a nadie la Buena Noticia del Evangelio. La
Iglesia no podrá llevar a cabo su misión en el mundo contemporáneo, si los que
nos decimos «cristianos» no nos convertimos en discípulos de Jesús, animados
por su espíritu y su pasión por un mundo más humano.
Ser cristiano exige hoy una experiencia vital de Jesucristo, un
conocimiento interior de su persona y una pasión por su proyecto, que no se
requerían para ser practicante dentro de una sociedad de cristiandad. Si no
aprendemos a vivir de un contacto más inmediato y apasionado con Jesús, la
decadencia de nuestro cristianismo se puede convertir en una enfermedad mortal.
Los cristianos vivimos hoy preocupados y distraídos por muchas cuestiones.
No puede ser de otra manera. Pero no hemos de olvidar lo esencial. Todos
somos «sarmientos». Solo Jesús es «la verdadera vid». Lo decisivo en estos
momentos es «permanecer en él»: aplicar toda nuestra atención al Evangelio;
alimentar en nuestros grupos, redes, comunidades y parroquias el contacto vivo
con él; no desviarnos de su proyecto.
José Antonio Pagola
No hay comentarios:
Publicar un comentario