domingo, 17 de mayo de 2015

Las comunidades temerosas y sin alegría no son cristianas, dijo el Papa en su homilía

Las comunidades temerosas y sin alegría están enfermas, y no son comunidades cristianas. Lo dijo el Papa Francisco durante su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta.
  
El Papa Francisco se detuvo en las dos palabras de la liturgia del día, a saber: “miedo” y “alegría”. Refiriéndose al miedo el Obispo de Roma dijo que es “una actitud que hace mal”. Porque “nos debilita”, nos “achica” y también nos “paraliza”. De ahí que una persona que tiene miedo “no hace nada, no sabe qué hacer”. Está concentrada sobre sí misma, para que “no le suceda algo malo”. Y explicó que “el miedo te lleva a un egocentrismo egoísta y te paraliza”. Por esta razón “un cristiano temeroso es una persona que no ha entendido cuál es el mensaje de Jesús”: 

“Por esto Jesús dice a Pablo: ‘No tengas miedo. Sigue hablando. El miedo no es una actitud cristiana. Es la actitud  – podemos decir – de un alma encarcelada, sin libertad, que no tiene la libertad de mirar hacia adelante, de crear algo, de hacer el bien… no, siempre: ‘No, pero está este peligro, está aquel otro, aquel otro…’. Y esto es un vicio. Y el miedo hace mal”.

“No tener miedo es pedir la gracia del coraje, del valor que nos envía el Espíritu Santo”:

“Hay comunidades temerosas, que van siempre a lo seguro: ‘No, no, no hacemos esto, no, no, esto no se puede, esto no se puede…’. Parece que sobre la puerta de entrada hemos escrito ‘prohibido’: todo está prohibido por el miedo. E tú entras en esta comunidad y el aire está viciado, porque es una comunidad enferma. El miedo enferma a una comunidad. La falta de coraje enferma a una comunidad”.

El Papa Bergoglio explicó que hay que distinguir el miedo del “temor de Dios”, que “es santo, es el temor de la adoración ante el Señor y el temor de Dios es una virtud. Pero el temor de Dios no achica, no debilita, no paraliza: lleva hacia adelante, hacia la misión que el Señor da”.

La otra palabra de la liturgia del día es la “alegría”. “Nadie podrá quitarles su alegría”, dijo Jesús. Y “en los momentos más tristes, en los momentos del dolor” – subrayó el Papa – la alegría “se convierte en paz. En cambio, una diversión en el momento del dolor se vuelve oscuridad, se hace oscura. Por eso explicó que un cristiano sin alegría no es cristiano. Un cristiano que continuamente vive en la tristeza, no es cristiano. Y a un cristiano que en el momento de las pruebas, de las enfermedades o de tantas dificultades, pierde la paz, le falta algo”:

“La alegría cristiana no es una simple diversión, no es una alegría pasajera; la alegría cristiana es un don, es un don del Espíritu Santo. Es tener el corazón siempre alegre porque el Señor ha vencido, el Señor reina, el Señor está a la derecha del Padre, el Señor me ha mirado y me ha enviado, y me ha dado su gracia y me ha hecho hijo del Padre… Esa es la alegría cristiana. Un cristiano vive en la alegría”.
“También una comunidad sin alegría  – añadió el Papa – es una comunidad enferma”: tal vez sea una “comunidad divertida”, pero “enferma de mundanidad. Porque no tiene la alegría de Jesucristo”. De modo que “cuando la Iglesia es miedosa y cuando la Iglesia no recibe la alegría del Espíritu Santo, la Iglesia se enferma, las comunidades se enferman, los fieles se enferman”.

El Santo Padre concluyó pidiendo: “Elévanos, Señor, hacia Cristo sentado a la derecha delPadre”, “eleva nuestro espíritu. Quítanos todo miedo, y danos la alegría y la paz”.
(María Fernanda Bernasconi - RV).

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