“Queridos hermanos y hermanas: La catequesis de hoy está centrada en la
importancia que los abuelos tienen en la familia y en la sociedad. Ciertamente,
se trata de una etapa especial de la vida y, hasta cierto punto, novedosa,
también para la espiritualidad cristiana. Pero el Señor nos llama a seguirlo en
todos los momentos y circunstancias. Las personas mayores también tienen una
misión que cumplir y una gracia especial para llevarla a cabo.
El Evangelio de Lucas nos habla de los ancianos Simeón y Ana, que estaban
en el Templo de Jerusalén, siempre atentos en espera de la venida del Mesías.
Y, cuando lo reconocieron en el Niño Jesús, recibieron nuevas fuerzas para
bendecir a Dios con un hermoso cántico de alabanza y anunciar la liberación a
todo el pueblo. Como ellos, los abuelos de hoy están llamados a formar un coro
permanente en el gran santuario espiritual de nuestro mundo, a sostener con su
oración e infundir ánimo con su testimonio a cuantos luchan en el campo de la
vida. La plegaria de los mayores es un gran don para la Iglesia; y sus
palabras, una inyección de sabiduría para la sociedad, muchas veces ocupada en
mil cosas y distraída de lo esencial. El corazón de los abuelos, libre de
resentimientos pasados y de egoísmos presentes, tiene un atractivo especial
para los jóvenes, que esperan encontrar en ellos un apoyo firme en su fe y
sentido para su vida.
Queridos hermanos, cuánto me
gustaría que la Iglesia pudiera superar la cultura del descarte, promoviendo el
reencuentro gozoso y la acogida mutua de las distintas generaciones. Recemos
todos por esta intención. Gracias".
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