Venid, y al mismo tiempo que
ascendemos al monte de los Olivos, salgamos al encuentro de Cristo, que vuelve
hoy de Betania y, por propia voluntad, se apresura hacia su venerable y dichosa
pasión, para llevar a plenitud el misterio de la salvación de los hombres.
[...]
Y viene, no como quien busca su gloria por medio de la fastuosidad y de la pompa. No porfiará —dice—, no gritará, no voceará por las calles, sino que será manso y humilde, y se presentará sin espectacularidad alguna.
Ea, pues, corramos a una con quien se apresura a su pasión, e imitemos a quienes salieron a su encuentro. Y no para extender por el suelo, a su paso, ramos de olivo, vestiduras o palmas, sino para prosternarnos nosotros mismos, con la disposición más humillada de que seamos capaces y con el más limpio propósito, de manera que acojamos al Verbo que viene, y así logremos captar a aquel Dios que nunca puede ser totalmente captado por nosotros.
De los
sermones de san Andrés de Creta, obispo
(Sermón 9 sobre el Domingo de Ramos: PG 97, 990-994)
(Sermón 9 sobre el Domingo de Ramos: PG 97, 990-994)
De News. va
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