Leer cada día una página del Evangelio durante «diez, quince
minutos y no más», teniendo «fija la mirada en Jesús» para «imaginarme en la
escena y hablar con Él, como surge de mi corazón»: estas son las
características de la «oración de contemplación», auténtica fuente de esperanza
para nuestra vida. Es la sugerencia dada por el Papa durante la misa que
celebró el martes 3 de febrero, por la mañana, en la capilla de la Casa Santa
Marta.
En la primera lectura, destacó
el Papa Francisco, «el autor de la Carta a los Hebreos (12, 1-4) hace memoria
de los primeros días después de la conversión, después del encuentro con Jesús,
y hace memoria también de nuestros padres: “Cuánto sufrieron a lo largo del
camino”». Precisamente «mirando a estos padres dice que también nosotros
estamos rodeados de “una nube tan ingente de testigos”». Así, pues, «es el
testimonio de nuestros antepasados» que «él trae a la memoria». Y «hace
referencia también a nuestra experiencia, cuando éramos muy felices en el
primer encuentro con Jesús». Esta «es la memoria, de la que hemos hablado como
una referencia de la vida cristiana».
Pero hoy, destacó el Papa, «el
autor de la Carta habla de otra referencia, es decir, de la esperanza». Y «nos
dice que debemos tener el valor de seguir adelante: “Corramos, con constancia,
en la carrera que nos toca”». Luego «dice cuál es precisamente el núcleo de la
esperanza: “teniendo fijos los ojos en Jesús”». He aquí el punto: «si nosotros
no tenemos la mirada fija en Jesús difícilmente podremos tener esperanza». Tal
vez «podremos tener optimismo, ser positivos, ¿pero la esperanza?».
Por lo demás, explicó el Papa
Francisco, «la esperanza se aprende sólo mirando a Jesús, contemplando a Jesús;
se aprende con la oración de contemplación». Y «de esto quiero hablar hoy»
confesó, alimentando su reflexión a través de una pregunta: «Os puedo
preguntar: ¿cómo rezáis?». Alguno, dijo, podría responder: «Yo, padre, rezo las
oraciones que aprendí siendo niño». Y comentó: «Está bien, eso es bueno». Algún
otro podría añadir: «Rezo también el rosario, pero todos los días». Y el Papa:
«Es bueno rezar el rosario todos los días». Por último está quien podría decir:
«Hablo también con el Señor, cuando tengo una dificultad, o con la Virgen o con
los santos...». Y también «esto es bueno».
Ante todo esto el Pontífice
hizo otra pregunta: «Pero, ¿haces tú la oración de contemplación?». Un
interrogante, tal vez, un poco desconcertante, tanto que alguno podría decir:
«¿Qué es eso, padre? ¿Cómo es esa oración? ¿Dónde se compra? ¿Cómo se hace?».
La respuesta del Papa Francisco es clara: «Se puede hacer sólo con el Evangelio
en la mano». En concreto, sugirió, «tomas el Evangelio, eliges un pasaje, lo
lees una vez, lo lees dos veces; imagina, como si tú vieses lo que sucede y
contempla a Jesús».
Para dar una indicación
práctica, el Papa tomó como ejemplo el pasaje del Evangelio de san Marcos (5,
21-43) propuesto por la liturgia, que «nos enseña muchas cosas hermosas».
Partiendo de esta página, preguntó: «¿Cómo hago la contemplación con el Evangelio
de hoy?». Y al compartir su experiencia personal, propuso una primera
reflexión: «Veo que Jesús estaba en medio de la multitud, a su alrededor había
mucha gente. Cinco veces dice este pasaje la palabra “multitud”. Pero, ¿Jesús
no descansaba? Puedo pensar: ¡siempre con la gente! La mayor parte de su vida
Jesús la pasó por la calle, con la multitud. ¿Y no descansaba? Sí, una vez: el
Evangelio dice que dormía en la barca, pero sucedió que llegó la tormenta y los
discípulos lo despertaron. Jesús estaba continuamente entre la gente». Por
ello, sugirió el Papa, «se mira a Jesús así, contemplo a Jesús así, me imagino
a Jesús así. Y le digo a Jesús lo que me viene en mente decirle».
El Papa Francisco continuó su
meditación con estas palabras: «Luego, en medio de la multitud, estaba esa
mujer enferma y Jesús se dio cuenta. ¿Cómo hace Jesús, en medio de tanta gente,
para darse cuenta de que una mujer lo tocó?». Es Él mismo, en efecto, quien
hace la pregunta directa: «¿Quién me ha tocado?». Por su parte, los discípulos
dijeron a Jesús: «Ves como te apretuja la gente y preguntas: “¿Quién me ha
tocado?”». La cuestión, indicó el Papa, es que «Jesús no sólo comprende a la
multitud, siente la multitud, siente el latido del corazón de cada uno de
nosotros, de cada uno: nos cuida a todos, a cada uno, siempre».
El Papa, al seguir releyendo el
pasaje de san Marcos, explicó que la misma situación se repite también cuando
se acerca a Jesús «el jefe de la sinagoga, a contarle sobre su hija gravemente
enferma. Y Él dejando todo se ocupa de esto: Jesús en lo grande y en lo
pequeño, ¡siempre!». Luego, continuó, «podemos seguir adelante y ver cómo llega
a la casa, ve todo el alboroto, a las mujeres llamadas para llorar cuando se
vela un muerto: gritos, llantos». Pero Jesús dice: «Estad tranquilos:
¡duerme!». Ante estas palabras, alguno comenzó incluso a reírse de Él. Pero «Él
permaneció en silencio» y con su «paciencia» logró soportar la situación, no
responder a quienes se reían de Él.
El relato evangélico termina
con «la resurrección de la niña». Y Jesús, «en lugar de decir: “¡Ánimo!”, les
dice: “Por favor, dadle de comer”». Porque Jesús, es la conclusión del Papa,
«tiene siempre pequeños detalles».
«Lo que hice con este Evangelio
—explicó el Papa Francisco— es precisamente la oración de contemplación: tomar
el Evangelio, leer e imaginarme la escena, imaginarme lo que sucede y hablar
con Jesús, como surge del corazón». Y «así hacemos crecer la esperanza, porque
tenemos fija la mirada en Jesús». De aquí la propuesta: «haced esta oración de
contemplación». E incluso en medio de muchas ocupaciones, sugirió, se puede
siempre encontrar el tiempo, tal vez quince minutos en casa: «Toma el
Evangelio, un pasaje breve, imagina lo sucedido y habla con Jesús sobre eso».
Así, «tu mirada estará fija en Jesús, y no tanto en la telenovela, por ejemplo;
tu oído estará atento a las palabras de Jesús y no tanto a los comentarios del
vecino, de la vecina».
«La oración de contemplación
nos ayuda en la esperanza» y nos enseña a «vivir de la esencia del Evangelio»,
recordó el obispo de Roma. Por esto hay que «rezar siempre: rezar las
oraciones, rezar el rosario, hablar con el Señor, pero también hacer esta
oración de contemplación para tener nuestra mirada fija en Jesús». De aquí
«viene la esperanza». Y así también «nuestra vida cristiana se mueve en ese
marco, entre memoria y esperanza: memoria de todo el camino pasado, memoria de
tantas gracias recibidas del Señor; y esperanza, mirando al Señor, que es el
único que puede darme la esperanza». Y «para mirar al Señor, para conocer al
Señor, tomemos el Evangelio y hagamos esta oración de contemplación».
Al concluir, el Papa Francisco
volvió a proponer la experiencia de la oración de contemplación: «Hoy por
ejemplo —sugirió— buscad diez minutos, quince y no más: leed el Evangelio,
imaginad y decid algo a Jesús. Y nada más. Así, vuestro conocimiento de Jesús
será más grande y vuestra esperanza crecerá. No olvidéis, teniendo fija la
mirada en Jesús». Precisamente por esto se llama «oración de contemplación».
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