Examina tu conciencia: la verdad interior
La
figura del profeta Elías que combate con celo y tenacidad, pero con un
egocentrismo exagerado por defender la alianza entre el Señor y su pueblo; ha
sido la fuente de inspiración para las reflexiones del predicador carmelita.
Después de haber analizado la trágica situación de Elías, que viene descrita en
el capítulo 19 del 1 Libro de los Reyes, donde vemos al profeta en un estado de
“depresión mortal”, temeroso, huyendo, solo, agotado, desilusionado de su
fracaso, el padre Secondin, invitó a “examinar la propia conciencia”.
Este
estado de depresión del profeta, dijo el carmelita, “no es raro también en la
vida sacerdotal”. Muchos caen en esta situación, por ello es necesario estar
atentos a ciertas señales que podrían generar enormes dificultades interiores.
Sobre todo cuando surge el “miedo”. Esto emerge cuando tenemos temor del
futuro, temor de asumir responsabilidades. Algunas veces es acompañado por la
“soledad”, el sentirnos excluidos, diversos, con sentimientos de vacío, de
desilusión. Todo esto nos puede llevar a una fuga – física o imaginaria – o a
la repetición obsesiva de ciertos gestos (como el consumo de alcohol y
alimentos, la evasión en el mundo virtual) y a veces el deseo de la muerte.
Para
evitar todo esto dijo el padre Secondin, es importante conducir una vida en la
cual “la relación entre el trabajo, el descanso, la oración y las relaciones
sociales” sean bien equilibradas. Es importante reconocer ciertas dinámicas
interiores, señaló el predicador carmelita, siguiendo con la historia del
profeta Elías, invitó a transformar la “fuga en peregrinación”, alimentándonos
de la Eucaristía y sabiendo regresar a las raíces de nuestra fe.
Escucha
la voz del Señor
Después
de haber encontrado la verdad interior, estamos dispuestos a la escucha de la
Palabra de Dios, afirmó el padre Secondin. Podemos realizar la experiencia de
la “manifestación misteriosa” que vivió el profeta Elías en el Monte Horeb, la
experiencia del “susurro del viento, de un brisa ligera” donde el Señor se
manifiesta.
El
diálogo entre el profeta y Dios, caracterizado por el fracaso de Elías y por
sus acusas al Señor, han sido fuente de inspiración para las sucesivas
meditaciones del carmelita. La pregunta que Dios hace al profeta: ¿Qué haces
aquí? Nos muestra como Dios se presenta en este coloquio con una pregunta y
obliga al hombre a mirar dentro de sí, a dar espacio a las inquietudes
interiores.
A
veces, dijo el padre Secondin, también para nosotros Dios se convierte en una
especie de títere, y corremos el riesgo de “manipularlo” con la misma furia que
envuelve al profeta. Pero Dios es libre, el fracaso de Elías no afecta a Dios,
que ya tiene un designio para su pueblo que ha permanecido fiel.
El
profeta es interpelado interiormente. El viento impetuoso, el terremoto, el
fuego en el cual Elías no encuentra a Dios podría ser, dijo el predicador
carmelita, “las proyecciones de estados interiores” de la persona.
De
esta lectio, explicó el padre Secondin, deben surgir preguntas personales:
¿Estamos obsesionados por los problemas, por la carrera? ¿Cómo es nuestra
relación con Dios? ¿Sabemos estar en adoración temerosa de Dios? O tenemos
voces ensordecedoras como: el suceso, la vanidad, el dinero, la culpa de los
demás.
Finalmente,
recordando los 7 mil israelitas que permanecieron fieles al Señor, el
predicador carmelita dijo, que ellos pueden representar la “fidelidad
silenciosa del pueblo”. Por ello, es importante comprender esta fidelidad, ser
capaces de escuchar las voces de los pobres, de los sencillos, de los pequeños
que son dones preciosos y no fragmentos perdidos de la sociedad.
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