Juan Antonio Ayanz Otan es un misionero de Navarra de la Congregación del Espíritu Santo, los Misioneros Espiritanos, que trabaja en la parroquia St. Philippe, en Maroua, una población de Camerún enclavada en el extremo norte del país, entre Nigeria y Chad. Comparte lo vivido en su misión en el 2014, aunque, como él dice, es “un poco difícil de plasmar todo lo que hemos vivido en el 2014”.
“Intentando ir a lo esencial, os diré que lo que más ha afectado nuestras vidas y la vida de nuestra región es la amenaza continua del grupo terrorista-islamista Boko Haram. Ataques cada vez más violentos y con más combatientes a cada ataque. Incendios de aldeas, decapitaciones, saqueos de ganado, cereales… secuestros de jóvenes muchachos y muchachas que engrosaran las filas de sus combatientes y sus esposas forzadas. Miles de refugiados (el campo de refugiados de Zamay a 60 km. de Maroua, tiene ya más de 25.000 refugiados) y miles de desplazados, cameruneses obligados a huir de sus aldeas diezmadas y saqueadas. Todas las parroquias de la ciudad de Maroua intentamos acogerlos como mejor podemos. Boko Haram forma parte de una estrategia Jihadista de conquista del mundo (y de la que no estáis a salvo vosotros en España, ¡ved si no lo ocurrido en París...!). Pero Boko Haram es un monstruo útil para muchos y por diversas razones que no puedo precisar en una página (útil para el actual presidente de Nigeria, para Arabia Saudita y Qatar a causa de la independencia de Nigeria con su petróleo, Estados Unidos e Inglaterra, que ven con buenos ojos que Nigeria se debilite, y Francia, que observa como el Camerún se desestabiliza y espera el momento de retomar su influencia en la economía camerunesa…).
La verdad es que ya hace casi un año que vivimos en la inseguridad y la incertidumbre, no sabemos hacia dónde vamos. ¿Vamos hacia una victoria de las fuerzas armadas camerunesas o bien Boko Haram va hacerse con nuestra región e integrarla en su ‘califato islámico’? La verdad, no lo sabemos. Lo que sí sabemos y vemos claro a nivel de nuestra Iglesia local de Maroua, es nuestra manera de combatir esa deriva islamista que no es otra que el encuentro y el diálogo entre cristianos y musulmanes en nuestra región. Este año ha sido fecundo en encuentros islamo-cristianos en Maroua: un coloquio en abril reunió 50 imanes de la región, 25 sacerdotes y 25 pastores protestantes durante dos días. El 7 de agosto tuvimos un fórum de jóvenes musulmanes y cristianos (unos 500). El 28 y 29 de diciembre rehicimos un taller con un grupo más reducido de jóvenes (unos 70). El 3 de enero rezamos juntos cristianos y musulmanes por la Paz. A finales de enero y principios de febrero instalaremos la antena de la ACADIR (Asociación Camerunesa para el Diálogo Interreligioso) del extremo-norte en Maroua en nuestra casa del encuentro islamo-cristiano. Todos estos encuentros nos están ayudando a profundizar una amistad que viene de lejos, a condenar juntos la barbarie de este grupo, y a progresar en un diálogo que no esconde los problemas y escollos, un diálogo en el que todos sentimos la necesidad de la verdad del ‘otro’.
El pluralismo religioso es un misterio que se basa en el respeto que Dios tiene de la libertad de la persona. A menudo caemos en la tentación de absolutizar nuestra propia verdad, abriendo así la puerta a la intolerancia y al fanatismo. Debemos ser conscientes de que el misterio de Dios es demasiado grande para que una tradición religiosa lo posea completamente. Nadie posee completamente a Dios, nadie posee completamente la verdad. Tenemos necesidad de la verdad de los demás. Somos peregrinos de la verdad”.
Fuente: Archidiócesis de Madrid
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