domingo, 2 de noviembre de 2014

SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS (Ap 7, 2-4. 9-14; Sal 23; 1Jn 3, 1-3; Mt 5, 1-12a)



Estamos en el comienzo de las celebraciones del V Centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús, quien como maestra espiritual, doctora mística y santa, nos estimula a vivir de manera coherente nuestra pertenencia a Jesucristo, y nos llama a la santidad.

Llamados a la santidad

“Dios nos libre, hermanas, cuando algo hiciéremos no perfecto decir: «no somos ángeles», «no somos santas». Mirad que, aunque no lo somos, es gran bien pensar, si nos esforzamos, lo podríamos ser, dándonos Dios la mano; y no hayáis miedo que quede por El, si no queda por nosotras” (C. de Perfección 16, 11).

Deseos de santidad

Como veía los martirios que por Dios las santas pasaban, parecíame compraban muy barato el ir a gozar de Dios y deseaba yo mucho morir así, no por amor que yo entendiese tenerle, sino por gozar tan en breve de los grandes bienes que leía haber en el cielo” (Vida 1, 4).

La santidad no es arrobamiento ni experiencias extraordinarias

“Pongámonos en sus manos, para que sea hecha su voluntad en nosotras, y no  podemos errar, si con determinada voluntad nos estamos siempre en esto. Y habéis de advertir, que por recibir muchas mercedes de éstas no se merece más gloria” (Moradas VI, 9, 16).

La santidad se alcanza por el camino de la humildad

“Así que, hermanas mías, para esto y otras muchas cosas que se ofrece a un alma que ya el Señor la tiene en este punto, es menester ánimo; y a mi parecer, para esto postrero más que para nada, si hay humildad” (Moradas VI, 5, 6).

La santidad es amable

“Todo lo que pudiereis sin ofensa de Dios procurad ser afables y entender de manera con todas las personas que os trataren, que amen vuestra conversación y deseen vuestra manera de vivir y tratar y no se atemoricen y amedrenten de la virtud” (C. de Perfección 41, 7).

Señales de santidad

Cree, hija, que a quien mi Padre más ama, da mayores trabajos, y a éstos responde el amor. ¿En qué te le puedo más mostrar que querer para ti lo que quise para Mí? Mira estas llagas, que nunca llegaron aquí tus dolores” (Las Relaciones 36, 1).

Recomendación

“Sólo quiero que estéis advertidas que, para aprovechar mucho en este camino y subir a las moradas que deseamos, no está la cosa en pensar mucho, sino en amar mucho; y así lo que más os despertare a amar, eso haced. Quizá no sabemos qué es amar, y no me espantaré mucho; porque no está en el mayor gusto, sino en la mayor determinación de desear contentar en todo a Dios y procurar, en cuanto pudiéremos, no le ofender” (Moradas IV, 1, 7).

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