El
rosario es una oración contemplativa accesible a todos: grandes y pequeños,
laicos y clérigos, cultos y poco instruidos. Es un vínculo espiritual con María
para permanecer unidos a Jesús, para configurarse a él, asimilar sus
sentimientos y comportarse como él se comportó. El rosario es un
"arma" espiritual en la lucha contra el mal, contra toda violencia,
por la paz en los corazones, en las familias, en la sociedad y en el mundo.
[...] Dejemos que sea ella, nuestra Madre y Maestra, quien nos guíe en la reflexión
sobre la Palabra de Dios. [...]
Desde sus inicios, la comunidad cristiana vio en la personificación de Israel y
de Jerusalén en una figura femenina una significativa y profética referencia a
la Virgen María, a la que se reconoce precisamente como "hija de Sión"
y arquetipo del pueblo que "ha encontrado gracia" a los ojos del
Señor. Es una interpretación que volvemos a encontrar en el relato evangélico
de las bodas de Caná (cf. Jn 2, 1-11). El evangelista san Juan pone de relieve
simbólicamente que Jesús es el esposo de Israel, del nuevo Israel que somos
todos nosotros en la fe, el esposo que vino a traer la gracia de la nueva
Alianza, representada por el "vino bueno". Al mismo tiempo, el
Evangelio destaca también el papel de María, a la que al principio se la llama
"la madre de Jesús", pero a quien después el Hijo mismo llama
"mujer". Y esto tiene un significado muy profundo: implica de hecho
que Jesús, para maravilla nuestra, antepone al parentesco el vínculo
espiritual, según el cual María personifica a la esposa amada del Señor, es
decir, al pueblo que él se eligió para irradiar su bendición sobre toda la
familia humana.
El símbolo del vino, unido al del banquete, vuelve a proponer el tema de la alegría y de la fiesta. Además, el vino, como las otras imágenes bíblicas de la viña y de la vid, alude metafóricamente al amor: Dios es el viñador, Israel es la viña, una viña que encontrará su realización perfecta en Cristo, del cual nosotros somos los sarmientos; el vino es el fruto, es decir, el amor, porque precisamente el amor es lo que Dios espera de sus hijos. Y oremos al Señor... para que también nuestra vida y nuestro corazón den este fruto de amor y así renueven la tierra.
El símbolo del vino, unido al del banquete, vuelve a proponer el tema de la alegría y de la fiesta. Además, el vino, como las otras imágenes bíblicas de la viña y de la vid, alude metafóricamente al amor: Dios es el viñador, Israel es la viña, una viña que encontrará su realización perfecta en Cristo, del cual nosotros somos los sarmientos; el vino es el fruto, es decir, el amor, porque precisamente el amor es lo que Dios espera de sus hijos. Y oremos al Señor... para que también nuestra vida y nuestro corazón den este fruto de amor y así renueven la tierra.
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