Lectura
del santo Evangelio según San Lucas 9, 7-9.
En aquel tiempo, el virrey Herodes se enteró de lo que pasaba y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado, otros que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas. Herodes se decía: "A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es éste de quien oigo semejantes cosas?". Y tenía ganas de verlo.
En aquel tiempo, el virrey Herodes se enteró de lo que pasaba y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado, otros que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas. Herodes se decía: "A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es éste de quien oigo semejantes cosas?". Y tenía ganas de verlo.
Comentario del Evangelio
por San Pedro Crisólogo
El amor no consiente no ver al que ama. ¿No es
cierto que todos los santos han tenido por cosa insignificante, sea lo que
fuere que consiguieran, si no podían ver a Dios? [...] Por eso Moisés se atreve
a decir: “Si he hallado gracia ante ti, muéstrame tu rostro” (Ex 33,13). Y el
salmista: “Muéstrame tu rostro” (Sal 79,4). ¿No es por esta misma razón que los
paganos se hacen ídolos? En el seno mismo del error, con sus propios ojos ven
al que adoran.
Dios conocía el tormento que sufren los mortales por el deseo de verle. Lo que él ha escogido para mostrarse era grande en la tierra y no es menor en el cielo. Porque eso que, sobre la tierra, Dios ha hecho semejante a él, no podía quedar sin ser honorado en el cielo: “Hagamos, dice, al hombre a nuestra imagen y semejanza” (Gn 1,26) […] Que nadie, pues, piense que Dios se ha equivocado al venir a los hombres por medio un hombre: Se ha hecho carne entre nosotros para ser visto por nosotros.
Dios conocía el tormento que sufren los mortales por el deseo de verle. Lo que él ha escogido para mostrarse era grande en la tierra y no es menor en el cielo. Porque eso que, sobre la tierra, Dios ha hecho semejante a él, no podía quedar sin ser honorado en el cielo: “Hagamos, dice, al hombre a nuestra imagen y semejanza” (Gn 1,26) […] Que nadie, pues, piense que Dios se ha equivocado al venir a los hombres por medio un hombre: Se ha hecho carne entre nosotros para ser visto por nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario