Evangelio según San
Mateo 11,28-30.
Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré.
Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio.
Porque mi yugo es suave y mi carga liviana".
Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré.
Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio.
Porque mi yugo es suave y mi carga liviana".
Meditación del Papa Francisco
Con su mansedumbre. Jesús nunca ha dejado de ser cordero: manso, bueno,
lleno de amor, cercano a los pequeños, cercano a los pobres. Estaba allí, entre
la gente, curaba a todos, enseñaba, rezaba. Pero, tan débil Jesús: como un
cordero.
Pero ha tenido la fuerza para cargar sobre sí todos nuestros pecados:
todos. "Pero, padre, usted no sabe mi vida: tengo uno que... pero, ni
siquiera puedo llevarlo con un camión...". Muchas veces, cuando miramos en
nuestra conciencia, nos encontramos con algunos que son grandes, ¿eh? Pero Él
los lleva.
Él ha venido para eso: para perdonar, para traer la paz en el mundo,
pero primero en el corazón. Quizá cada uno de nosotros tiene una tormenta en el
corazón, quizá tiene una oscuridad en el corazón, quizá se siente un poco
triste por una culpa... Él ha venido a quitar todo eso. Él nos da la paz, Él lo
perdona todo.
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