En el episodio de Betania. Lágrimas derramadas
por las hermanas Marta y María junto a su hermano Lázaro, muerto y puesto ya
hace cuatro días en la sepultura. También Jesús llora. Pero de aquellas
lágrimas del Amigo Divino saltan destellos de victoria, que son el primer
anuncio del misterio de la Pascua.
¡Oh, qué palabras las que se dijeron Jesús y
Marta! La seguridad de la Resurrección y de la vida garantizada a la humanidad
redimida toda entera por virtud de la sangre de Cristo.
"Yo soy la resurrección y la vida. Quien
cree en Mí, aunque hubiere muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en Mí
no morirá para siempre". En realidad, la Pascua —cuyo anuncio solemne tuvo
lugar en Betania— está toda aquí: celebración perenne y renovada del misterio
de Cristo, Rey glorioso e inmortal de los pueblos y de los siglos, consuelo y
alimento para toda la humanidad, por Él redimida y reservada al triunfo de sus
destinos eternos, y también a los triunfos pacíficos dentro de la humana
convivencia y de la ordenada prosperidad sobre la Tierra.
MENSAJE PASCUAL DE SU SANTIDAD JUAN XXIII .
Domingo 2 de abril de 1961
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