En su homilía de la Misa matutina, en la Capilla de la Casa de Santa Marta, el Papa Bergoglio hizo hincapié en lo que nos enseña Jesús en las Bienaventuranzas y en dar de comer a los que tienen hambre, de beber a los que tienen sed... Este lunes, al día siguiente de su histórica iniciativa ‘Invocación por la paz’, celebrada en los jardines vaticanos. Señalando que Jesús nos indica el programa de vida, la identidad de los cristianos, yendo contracorriente con respecto a lo que se ‘suele hacer en el mundo’. Felices, Bienaventurados los pobres. Una vez más, el Papa recordó que cuando el corazón es rico, está tan satisfecho que ya no hay lugar para la Palabra de Dios. Los que lloran, porque serán consolados:
«Pero el mundo nos dice: la alegría, la felicidad, la diversión, eso es lo lindo de la vida. E ignora, mira hacia otro lado cuando hay problemas de enfermedad, problemas de dolor en la familia. El mundo no quiere llorar, prefiere ignorar las situaciones dolorosas, taparlas. Sólo la persona que ve las cosas como son y llora en su corazón es feliz y será consolada. El consuelo de Jesús, no el del mundo. Bienaventurados los mansos en este mundo que desde el comienzo es un mundo de guerras, un mundo donde se pelea por todas partes, donde en todo lugar hay odio. Y Jesús dice: nada de guerras, nada de odio, paz, mansedumbre».
Si soy manso en la vida, pensarán que soy un necio, que piensen lo que quieran, señaló el Obispo de Roma, añadiendo luego que los mansos heredarán la Tierra. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados, recordó también, refiriéndose asimismo a las injusticias, tantas injusticias, que son producto de la corrupción, de los compinches de la corrupción, de la política del negocio por encima de todo. Y Jesús nos recuerda que son Bienaventurados los que luchan contra estas injusticias. Bienaventurados los misericordiosos, los que comprenden los errores de los demás, Jesús no nos dice Bienaventurados los que se vengan:
«Bienaventurados los que perdonan, misericordiosos. ¡Porque todos somos un ejército de perdonados! Y por ello es Bienaventurado el que va por ese camino del perdón. Bienaventurados los que tienen el corazón puro, sencillo, puro sin malezas, un corazón que sabe amar con esa pureza tan linda. Bienaventurados los que trabajan por la paz. ¡Pero es tan común entre nosotros ser trabajadores por guerras o al menos trabajadores de malentendidos! Cuando oigo algo de éste y voy y se lo digo, con una versión ampliada ... El mundo de los chismes. Esta gente que chismea no trabaja por la paz, es enemiga de la paz. No son bienaventurados».
Jesús nos presenta las Bienaventuranzas y nos da también otras indicaciones, que encontramos en el capítulo 25 del Evangelio «tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver», volvió a recordar el Obispo de Roma:
«Pocas palabras, palabras sencillas pero prácticas para todos, porque el cristianismo es una religión práctica: no para pensarla sino para practicarla. Hoy, si tienen un poco de tiempo en casa, tomen el Evangelio, el Evangelio de Mateo, capítulo quinto, al comienzo están estas Bienaventuranzas; en el capítulo 25 las otras. Les hará bien leerlo, una, dos, tres veces. Pero leer esto, que es el programa de santidad. ¡Que el Señor nos de la gracia de comprender este mensaje suyo!»
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