Durante
la Misa matutina celebrada en la
Casa Santa Marta, el Papa Francisco recordó que es el Espíritu Santo el que
actualiza a la Iglesia y la impulsa más allá de los límites,
por ello, exhortó a no ponerle impedimentos sino más bien ser dóciles a su
acción.
“El
Espíritu Santo es la presencia viva de Dios en la Iglesia. Es el que hace que
la Iglesia ande, el que hace que la Iglesia camine. Cada vez más, más allá de
los límites, hacia adelante. El Espíritu Santo con sus dones guía a la
Iglesia”, expresó el Papa al reflexionar sobre uno de los pasajes de los Hechos
de los Apóstoles.
Una
comunidad de paganos –recordó el Papa- acoge el anuncio del Evangelio y Pedro
es testigo ocular de la bajada del Espíritu Santo sobre ellos, pero primero
duda en tener contacto con lo que siempre había creído “impuro”. Y luego recibe
duras críticas de parte de los cristianos de Jerusalén, escandalizados por el
hecho de que su jefe había comido con unos “no circuncisos” y hasta los había
bautizado. Un momento de crisis interna, que el Papa recuerda con un matiz de
ironía.
“Algo que
no se podía ni pensar.... Si mañana llegara una expedición de marcianos, por
ejemplo, y algunos de ellos vinieran donde nosotros, digo marcianos ¿no?... Verdes,
con esa nariz larga y las orejas grandes, como los pintan los niños... Y uno
dijera: ‘Pero, yo quiero el bautismo’. ¿Qué pasaría?”, preguntó Francisco.
El Santo
Padre señaló que el Espíritu sopla donde quiere, pero una de las tentaciones
más recurrentes de quien tiene fe es la de ponerle trabas en el camino y de
desviarlo hacia una dirección, en lugar que hacia otra. Una tentación que no
faltaba tampoco en los albores de la Iglesia.
Sin
embargo, explicó el Papa, Pedro comprende su error cuando una visión le ilumina
una verdad fundamental: nadie puede llamar “profano” lo que ha sido purificado
por Dios. Al narrar estos hechos a la muchedumbre que lo critica, el Apóstol
los tranquilizó con esta afirmación: ¿Si por lo tanto Dios les ha dado el mismo
don que nos dio a nosotros, por haber creído en el Señor Jesucristo, quién soy
yo para poner impedimentos a Dios?
“Cuando
el Señor nos indica el camino ¿quiénes somos nosotros para decir: ‘¡No Señor,
no es prudente! No, hagamos así...? Y Pedro en esa primera diócesis – la
primera diócesis fue Antioquía – toma esa decisión: ¿Quién soy yo para poner
impedimentos?’”, expresó el Papa.
Según
informó Radio Vaticana, el Santo Padre indicó que esta es una bella palabra
“para los obispos, los sacerdotes y también para los cristianos. Pero ¿quiénes
somos para cerrar puertas? En la Iglesia antigua, incluso hoy, está el
ministerio del hostiario. Y ¿qué hacia el hostiario? Abría la puerta, recibía a
la gente, la hacía pasar. Pero ¡nunca fue el ministerio del que cierra la puerta!”
Dios ha
dejado la guía de la Iglesia “en manos del Espíritu Santo”, que nos enseñará
todo y “hará que nos acordemos de lo que Jesús nos ha enseñado”
“No se
puede comprender la Iglesia de Jesús sin este Paráclito, que el Señor nos envía
para ello. Y cumple estas opciones impensables ¡pero impensables! Para usar una
palabra de San Juan XXIII: es precisamente el Espíritu Santo el que actualiza
la Iglesia: verdaderamente la actualiza y hace que vaya adelante. Y nosotros
los cristianos debemos pedir al Señor la gracia de la docilidad al Espíritu
Santo. La docilidad a este Espíritu, que nos habla en el corazón, nos habla en
las circunstancias de la vida, nos habla en la vida eclesial en las
comunidades cristianas, nos habla siempre”, concluyó el Papa.
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