
Después de la Ascensión ya no va a ser Jesús el que compadezca a los pobres y lo enfermos. Ahora nos toca a nosotros.
Después de la Ascensión ya no va a ser Jesús el que multiplique los panes y los
pescados para alimentar a las multitudes. Esa es ahora nuestra tarea,
multiplicando nuestros esfuerzos para dar de comer sino a las multitudes, por
lo menos a los pobres que podamos.
Después de la Ascensión ya no va a ser Jesús el que cuide a sus ovejas. Ahora
nosotros tenemos que velar por ellas, especialmente por aquellas (el cónyuge,
los hijos, los hermanos, los trabajadores) que Dios nos ha encomendado a cada
uno.
Después de la Ascensión a nosotros nos toca ser la voz de Jesús para alentar y
consolar. Sus manos para tenderlas a todo el que necesite ayuda. Sus pies para
llevarlo a donde no lo conocen.
Después de la Ascensión:
¡No podemos quedarnos mirando al Cielo!
Autor: Karime Alle
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