Del
comentario de san Cirilo de Alejandría, obispo, sobre el evangelio de san Juan.
El
Señor, para convencernos de que es necesario que nos adhiramos a él por el
amor, ponderó cuán grandes bienes se derivan de nuestra unión con él,
comparándose a sí mismo con la vid y afirmando que los que están unidos a él e
injertados en su persona, vienen a ser como sus sarmientos y, al participar del
Espíritu Santo, comparten su misma naturaleza (pues el Espíritu de Cristo nos une
con él)... Nosotros... así llegamos a participar de su propia naturaleza y
alcanzamos la dignidad de hijos adoptivos, pues, como afirma san Pablo, el que
se une al Señor es un espíritu con él. [...]
Esta vida la
conservaremos si perseveramos unidos a él y como injertados en su persona; si
seguimos fielmente los mandamientos que nos dio y procuramos conservar los
grandes bienes que nos confió, esforzándonos por no contristar, ni en lo más
mínimo, al Espíritu que habita en nosotros, pues, por medio de él, Dios mismo
tiene su morada en nuestro interior.
De qué modo nosotros estamos en Cristo y Cristo en nosotros nos lo pone en claro el evangelista Juan al decir: En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu.
De qué modo nosotros estamos en Cristo y Cristo en nosotros nos lo pone en claro el evangelista Juan al decir: En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu.
Pues,
así como la raíz hace llegar su misma manera de ser a los sarmientos, del mismo
modo el Verbo unigénito de Dios Padre comunica a los santos una especie de
parentesco consigo mismo y con el Padre, al darles parte en su propia
naturaleza, y otorga su Espíritu a los que están unidos con él por la fe: así
les comunica una santidad inmensa, los nutre en la piedad y los lleva al
conocimiento de la verdad y a la práctica de la virtud.
De News VA
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