Del salmo 30 (31):
A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu
Yo me refugio en ti, Señor,
¡que nunca me vea defraudado!
Líbrame, por tu justicia,
inclina tu oído hacia mí
y ven pronto a socorrerme.
A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu
Sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirígeme y guíame.
A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu
A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás;
yo confío en el Señor.
Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría.
A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu
Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia.
En el asilo de tu presencia escondes a tus fieles
de las conjuras humanas.
A tus manos, Señor, encomiento mi espíritu
Sean fuertes y valerosos,
todos los que esperan en el Señor.
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