miércoles, 14 de mayo de 2014

“Nadie puede soltarse de la mano del Padre”

Dios es. La fe cristiana añade: dios es como Padre, Hijo y Santo Espíritu, uno en tres personas. En la cristiandad un silencio molesto rodea este centro de su fe. ¿La Iglesia no ha ido demasiado lejos? ¿No valdría más dejarlo como una cosa muy grande, muy impenetrable, de carácter inaccesible? ¿Por otra parte, tal realidad puede significar algo para nosotros? Por cierto, este artículo de fe nos expresa en cierto modo que Dios es Todo Otro, que es infinitamente más grande que nosotros, que sobrepasa todo nuestro pensamiento, todo nuestro ser. Pero si no tenía nada que decirnos, su contenido no nos habría sido revelado…

¿Qué significa esto? Comencemos allí dónde Dios también comenzó: él se llama Padre. La paternidad humana puede dar una idea de lo que es. Pero allí dónde no hay más que paternidad, allí dónde la paternidad se vive más como un fenómeno biológico más que humano y espiritual, hablar de Dios Padre, es una forma de hablar vacía… Allí dónde la paternidad no aparece más que como azar biológico sin recurso humano o como tiranía que hay que rechazar, está herida la estructura profunda del ser humano. Para ser plenamente hombre necesitamos de un padre con verdadero sentido del término: una responsabilidad frente al otro, sin dominar al otro pero devolviéndole su libertad; es decir un amor que no desea tomar posesión del otro sino que le quiere en su verdad más íntima, que está en su creador. Esta manera de ser padre sólo es posible con la condición de aceptar de ser hijo; aceptar la palabra de Jesús: "Vosotros tenéis un solo Padre, el que está en los cielos" (Mt 23,9), es la condición interior para que los hombres puedan ser padres de la mejor manera…

Hay que completar nuestro pensamiento: el hecho de que en la Biblia Dios aparece fundamentalmente bajo la imagen de Padre incluye el hecho de que el misterio del maternal también, está presente en él en su origen… No es una abstracción que el hombre es "imagen de Dios" (Gn 1,27) - esto nos presentaría sólo a un Dios abstracto. El lo es en su realidad concreta, es decir en la relación.

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