Lo que nos lleva a percibir la grandeza de Dios y su amor por
las creaturas es un don del Espíritu; el don de ciencia –explicó el Obispo de
Roma en su catequesis sobre los dones del Espíritu Santo-.
Dijo que aquí no se
trata de la ciencia del conocimiento humano de la naturaleza, sino el don del
Espíritu que Dios nos da que provoca en nosotros estupor y sentido de gratitud
con Dios y nos lleva a alabar a Dios y agradecerle por toda la belleza que nos
ha dado, siguiendo las huelas de santos como Francisco de Asís.
El don de ciencia
del Espíritu -expresó el Francisco- nos pone en sintonía con la mirada de Dios
sobre las cosas y sobre las personas. “Una mirada bondadosa y respetuosa, que
nos advierte del peligro de creernos dueños absolutos de la creación, disponiendo
de ella a nuestro antojo, sin límites”.
El Papa manifestó que “la creación no
es propiedad nuestra, ni, menos aún, sólo de algunos, sino un don maravilloso
que Dios nos ha dado para que la cuidemos y la utilicemos con respeto en
beneficio de todos”. El Sucesor de Pedro insistió en la necesidad de custodiar
la creación. Porque custodiar la creación es custodiar el don de Dios. Si
destruimos la creación la creación nos destruirá a nosotros. “Dios perdona pero
la naturaleza no”, afirmó el Vicario de Cristo.
jesuita Guillermo Ortiz- RV
jesuita Guillermo Ortiz- RV
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