¿Has
considerado esta victoria admirable? ¿Has considerado los preclaros hechos de
la cruz? ¿Podré yo decirte algo que sea más admirable? ¡Conoce el modo de esta
victoria y quedarás aún más estupefacto! Porque por los medios por donde el
demonio había vencido, por esos Cristo lo venció; y habiendo tomado las mismas
armas con que aquél se había revestido, con ellas lo derrocó. ¡Oye cómo! ¡Una
virgen y un leño y la muerte fueron los signos de nuestra ruina! La virgen fue
Eva, porque aún no había conocido varón. El leño fue el árbol y la muerte era
la amenaza hecha a Adán. Pero observa: ¡de nuevo la Virgen, el leño y la
muerte, fueron signos, pero ciertamente signos de ruina y de victoria!.
Porque en lugar de Eva aquí está María; en vez del árbol de la ciencia del bien
y del mal, está el árbol de la cruz; y en vez de la muerte de Adán está la
muerte de Cristo. ¿Ves cómo aquél fue vencido por los mismos medios con que
había vencido? ¡A Adán lo venció el demonio junto al árbol y junto al árbol
Cristo derribó al demonio! Aquel árbol echaba al infierno; mientras que éste,
aun a los que ya habían descendido, los devuelve a la vida. Además, al hombre
ya vencido y desnudo, lo ocultó uno de los árboles; el otro mostró desnudo en
alto al vencedor a todos. ¡Aquella muerte condenó a todos los que después han
nacido; ésta, en cambio, aun a los que nacieron antes de ella, los resucitó!.
¿Quién podrá contar las obras del poder de Yavé? ¡Sacados de la muerte se nos
hizo inmortales! ¡Son éstas las preciaras hazañas de la cruz! ¿Has comprendido
la victoria? ¿has comprendido el modo de ella? ¡Pues entiende ahora cómo sin
trabajos ni sudores nuestros se alcanzó esta victoria! ¡No ensangrentamos
nosotros nuestras armas; no nos presentamos en el combate; no sufrimos las
heridas; ni siquiera vimos la batalla; y con todo ganamos la victoria! ¡Fue del
Señor la pelea y fue nuestra la corona! Siendo pues nuestra la victoria,
imitemos a los soldados, y cantemos las alabanzas y honores del triunfo con
alegres voces: ¡La muerte ha sido absorbida por la victoria! ¿Dónde está, oh
muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¡Y fue la cruz la que
nos engendró todas estas preclaras hazañas!.
¡La cruz es el trofeo erigido contra los demonios, la espada contra el pecado,
la espada con que Cristo atravesó a la serpiente! ¡La cruz fue voluntad del
Padre, gloria del Hijo, gozo del Espíritu Santo, honor de los ángeles,
seguridad de la Iglesia, glorificación de Pablo, muro de los santos, luz del
orbe todo! Porque así como si alguno enciende una lámpara en una habitación
envuelta toda en tinieblas, y la pone en lo alto, al punto pone en fuga la
oscuridad; así Cristo, cuando las tinieblas estaban esparcidas por todo el
universo, El, a la manera de una lámpara, encendió la cruz y la levantó en alto
y disipó en toda la tierra las tinieblas. Y a la manera que la lámpara lleva la
luz en la parte superior, así la cruz tuvo encima de lo alto al Sol de justicia
que resplandecía.
En cuanto el mundo lo vio a El fijo con los clavos, quedó aterrorizado; tembló
la tierra; las rocas se partieron. Pero, aunque las rocas se rompieron, la
dureza de los judíos no se rompió. Se rasgó el velo del templo, pero no se
rompió la malvada conspiración de ellos. ¿Por qué se rasgó el velo? ¡Porque el
templo no tuvo fuerzas para contemplar al Señor crucificado, y así, por lo que
al velo le aconteció, publicó el templo, sólo faltando las palabras, que
cualquiera, de hoy en adelante, puede conculcar el Santo de los santos! Porque
¿qué necesidad tengo ya de esas cosas, una vez que allá afuera se ha llevado a
cabo y se ha ofrecido semejante sacrificio? ¿De qué me sirve ya el Testamento?
¡En vano y por tanto tiempo enseñé a éstos! ¿Qué utilidad se me sigue de la
Ley? Todo esto gritaba también el profeta, cuando decía: ¿Por qué se amotinan
las naciones y trazan los pueblos planes en vano? 25 Habían escuchado aquello
de que: Como oveja fue llevado al matadero y a la manera de un cordero calló
delante del que lo trasquilaba; y a pesar de haber considerado y meditado por
tanto tiempo esta profecía, no la creyeron cuando ya estuvo presente lo que
había ella predicho.
¿Ves cómo meditaron en vano? ¡Por esto se rasgó el velo del templo: para
significar así la soledad y perpetua devastación que en adelante se seguiría!.
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