¿Qué es lo que se nos ha prometido? Seremos
semejantes a él, porque lo veremos tal cual es. [...] Toda la vida del buen
cristiano es un santo deseo. Lo que deseas no lo ves todavía, mas por tu deseo
te haces capaz de ser saciado cuando llegue el momento de la visión.
Supón que quieres llenar una bolsa, y que conoces la abundancia de lo que van a
darte; entonces tenderás la bolsa, el saco, el odre o lo que sea; sabes cuán
grande es lo que has de meter dentro y ves que la bolsa es estrecha, y por esto
ensanchas la boca de la bolsa para aumentar su capacidad. Así Dios, difiriendo
su promesa, ensancha el deseo; con el deseo, ensancha el alma y, ensanchándola,
la hace capaz de sus dones.
Deseemos,
pues, hermanos, ya que hemos de ser colmados. [...] Tal es nuestra vida:
ejercitarnos en el deseo... Ya hemos dicho en otra parte que un recipiente,
para ser llenado, tiene que estar vacío. Derrama, pues, de ti el mal, ya que
has de ser llenado del bien.
Imagínate
que Dios quiere llenarte de miel; si estás lleno de vinagre, ¿dónde pondrás la
miel? Hay que vaciar primero el recipiente, hay que limpiarlo y lavarlo, aunque
cueste fatiga, aunque haya que frotarlo, para que sea capaz de recibir algo.
Y así
como decimos miel, podríamos decir oro o vino; lo que pretendemos es significar
algo inefable: Dios. [...] Ensanchemos, pues, nuestro corazón, para que, cuando
venga, nos llene, ya que seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual
es.
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