sábado, 26 de octubre de 2013

Más Tweets del Papa Francisco que nos hacen pensar

Muchas veces contribuimos a la globalización de la indiferencia; intentemos, más bien, vivir una solidaridad global.

La cultura del descarte produce muchos frutos amargos, como el desperdicio de alimentos y el aislamiento de muchos ancianos.

Ser cristiano implica renunciar a nosotros mismos, tomar la cruz y llevarla con Jesús. No hay otro camino.

El Crucifijo no nos habla de derrota, de fracaso; nos habla de un Amor que vence al mal y al pecado.

Para conocer al Señor es necesario cultivar el trato con Él: escucharlo en silencio ante el Sagrario, acercarse a los Sacramentos.

Muchas veces contribuimos a la globalización de la indiferencia; intentemos, más bien, vivir una solidaridad global.

La Iglesia no tiene otra razón de ser ni otra finalidad que dar testimonio de Jesús. No lo olvidemos.

La verdadera caridad es un poco atrevida: no tengamos miedo a ensuciarnos las manos para ayudar a los más necesitados.

Hay muchos indigentes en el mundo de hoy. ¿Me encierro en mis cosas, o estoy atento a quien necesita ayuda?

A veces ni siquiera conocemos a los vecinos de casa: esto no es vivir como cristianos.

Jesús viene en medio de nosotros y transforma nuestras vida. En Él vemos que Dios es amor, fidelidad, vida que se nos da.

Dejemos que nuestra vida se identifique con la de Jesús, para tener sus sentimientos y sus pensamientos.

La vida cristiana no se limita a la oración, pero requiere un compromiso diario y valiente que surge de la oración.

En la vida cristiana son esenciales: la oración, la humildad, el amor a todos. Éste es el camino hacia la santidad.


Para el cristiano, la vida no es producto de la casualidad, sino fruto de una llamada y de un amor personal.

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