martes, 9 de abril de 2013

La frescura del Evangelio


Dolores Aleixandre, biblistaDOLORES ALEIXANDRE, RSCJ
“Han ido a buscarte casi hasta el fin del mundo y ha sido un acierto: gracias por haber aceptado quedarte, sin poder volver a recoger tus cosas. Menos mal que los zapatos que llevas parecen cómodos…”.
Hermano Francisco: Nunca pensé que me dirigiría así a un papa, pero como en tu saludo inicial no nos llamaste “hijos e hijas”, sino “hermanos y hermanas”, siento que tengo permiso para hacerlo. Y me sale también un , aunque llenísimo de respeto, porque no me imagino llamando de usted a un hermano de verdad, y el vos argentino no me va a salir.
En el diario La Nación del 14 de marzo, he leído que tu elección “ha resultado balsámica, y me ha parecido un adjetivo perfecto para calificar lo que nos está pasando desde que nos saludaste desde el balcón, con aquel tono en el que se mezclaban la timidez y la confianza.
Primer efecto balsámico: te vemos distendido y hasta bromista (¡qué maravilla, un papa con sentido del humor…!), sin dar en ningún momento la impresión de estar abrumado por el peso de esa responsabilidad agobiante y desmesurada que los papas se han ido echando sobre los hombros, como si les tocara a ellos solos encargarse de toda la Iglesia universal. Como si no existieran los otros pastores, como si el Pueblo de Dios fuera un fardo con el que cargar y no una comunidad de hombres y mujeres capaces de iniciativa y con deseos de participar y de colaborar, como soñamos con el Concilio.
Tú, en cambio, estás consiguiendo comunicarnos la convicción de que ese camino que comienzas lo vas a hacer acompañado por todos nosotros. Qué manera tan franciscana por lo sencilla y tan ignaciana por su lucidez de señalar un nuevo estilo eclesial.
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