miércoles, 3 de octubre de 2012

Bienes materiales al servicio del bien común, por Benedicto XVI



El Santo Padre se asomó ayer a mediodía al balcón del patio interior de Castel Gandolfo para rezar el Ángelus con los fieles allí reunidos. 

El Papa comentó el evangelio de San Marcos que narra que un hombre que no era discípulo de Jesús expulsaba a los demonios en nombre suyo. El apóstol Juan quiere impedirlo pero Cristo no permite que lo haga, al contrario, “aprovecha esa ocasión para enseñar a sus discípulos que Dios puede obrar cosas buenas e incluso prodigiosas también fuera de su círculo y que se puede colaborar en la causa del Reino de Dios de muchas formas”. 

“Por eso los miembros de la Iglesia -continuó el pontífice- no deben tener celos, sino alegrarse cuando alguien, externo a la comunidad, obra el bien en nombre de Cristo siempre que lo haga con intención recta y respeto. 

También, dentro de la misma Iglesia puede suceder que a veces cueste trabajo valorar y apreciar, en espíritu de comunión profunda, las cosas buenas debidas a varias realidades eclesiales. En cambio, todos tenemos que ser siempre capaces de apreciarnos y estimarnos unos a otros, alabando al Señor, por la infinita fantasía con que actúa en la Iglesia y en el mundo”. 

Después, Benedicto XVI, comentó la carta de Santiago en que “resuena la invectiva del apóstol contra los ricos deshonestos que depositan su seguridad en las riquezas acumuladas a fuerza de abusos (...) Sus palabras, mientras nos alertan del vano afán por los bienes materiales, constituyen un fuerte llamamiento a usarlos en perspectiva de la solidaridad y del bien común, obrando siempre con equidad y moralidad en todos los ámbitos”. 

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