Si tuviéramos caridad acompañada
de compasión, no tendríamos en cuenta los defectos del prójimo, según se dice;
La caridad cubre una multitud de pecados y también: La caridad no tiene en
cuenta el mal, lo excusa todo. Si tuviéramos caridad, ella misma ocultaría toda
falta, y seríamos como los santos cuando veían los defectos de los hombres.
¿Quién detesta tanto el pecado como los santos? Y sin embargo, no odian al
pecador, no lo juzgan, no huyen de él. Al contrario, lo compadecen, lo exhortan,
lo consuelan, lo cuidan como se hace con un miembro enfermo; lo hacen todo para
salvarle. Los santos protegen siempre al pecador, se ocupan de él para
corregirlo en el momento oportuno, para evitar que perjudique a otro y también
para que ellos mismos progresen más y más en la caridad de Cristo.
Adquiramos, pues, también
nosotros la caridad; adquiramos la misericordia con respecto al prójimo para
guardarnos de la terrible maledicencia, del juicio y del menosprecio.
Ayudémonos unos a otros, porque somos miembros unos de otros, dice el apóstol
Pablo, y si un miembro sufre, todos sufren con él. En una palabra, procuremos
estar unidos entre nosotros. Porque cuanto más unido estás al prójimo, más unido estás a Dios.
SAN DOROTEO DE GAZA
Abad y fundador de monasterio de
Gaza.
Escritor palestino de obras
ascéticas (siglos VI-Vil)
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