Los invitados a las bodas del hijo del Rey, eran los que se consideraban pueblo de Dios, pero ellos se excusaron porque tenían cosas más importantes que hacer.
Jesús llamó entonces a los gentiles: "Pedro Apóstol de Jesucristo, saluda a los que viven como extranjeros dispersos en el Ponto, en Galacia, Asia y Bitinia, a los que han sido elegidos".
De la misma forma Cristo nos está invitando a cada uno de nosotros, no solo nos invita a ser su amigo, nos invita a algo mucho más cercano, a su Reino, que es un banquete. Muchos aparentemente siguen a Jesús, pero cuando llegue el tiempo y les invite a algo especial también se excusarán, porque estarán ocupados en sus cosas y no tendrán tiempo para Dios.
Entonces Jesús invitará a otros, pero no basta con pertenecer a este segundo grupo para gozar del banquete de bodas, el Evangelio agrega una segunda parte donde se indica una condición que hay que cumplir. El rey observa que hay uno de esos últimos llamados que no está vestido como corresponde a la ocasión y le dice: "Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin el traje de boda?". Y ordena: "Atadlo de pies y manos, y echadlo a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes". ¡Uno solo está en este caso! Y, sin embargo, Jesús concluye: "Pocos son elegidos".
Nosotros debemos estar preparados, Jesús nos llama a todos, pero solamente haciendo la voluntad de Dios podremos llevar el vestido adecuado en la boda
No hay comentarios:
Publicar un comentario