«Cristo el más grande de la Historia», es porque en toda la historia de la Humanidad jamás ha habido nadie como Cristo. De niño asusta a un rey: Herodes. De joven deja admirados a los Doctores en el Templo. De mayor curó a ciegos y leprosos, y resucitó muertos. Pudo ser rico y se hizo pobre: nació en una cuadra, murió en una cruz y fue enterrado en una tumba prestada. No escribió ningún libro, pero no hay en el mundo ningunabiblioteca donde quepan todos los libros que se han escrito sobre Él.
No fue político, pero jamás en la Historia ha habido un hombre que haya tenido tantos seguidores. Jamás en la Historia ha habido un hombre que haya sido amado tanto como Jesús. Cristo es el hombre más amado de la Historia.
Ha habido hombres grandes en la Historia, pero estos hombres son hoy admirados, no amados. Cristo ha sido amado más allá de su tumba. Esto es inconcebible en la Historia. Todos sabemos quién fue Miguel Angel o Cervantes. Pero, ¿hay hoy alguien que ame a Miguel Angel? ¿Hay hoy alguien que ame a Cervantes? De los grandes hombres de la Historia queda su admiración, pero no queda amor a ellos. El amor a una persona sólo permanece pocos años en el corazón de sus parientes.
Cristo hace dos mil años que murió, y hoy se le ama con entusiasmo. Se le ama hasta la muerte. Hay mártires que dan la vida por Cristo; hoy, ayer y mañana también. Miles y miles de muchachos y muchachas que consagran a Él su vida. Es un martirio lento, gota a gota. Unos dan la vida de golpe, como el mártir. Otros la dan gota a gota, a lo largo de toda su vida; viven sólo para Cristo y sólo piensan en Cristo.
Monjas que renuncian a todo, por amor a Cristo. Hace falta amor para que una chica, llena de posibilidades, de atractivos, y de ilusiones del mundo, se meta entre cuatro paredes por amor a Cristo. Miles y miles. Y hombres que podrían tener un porvenir más o menos brillante, y lo dejan todo por amor a Cristo. Para seguir a Cristo. Para vivir para Cristo. No hay en la Historia nadie a quien se haya amado tanto como a Cristo.
Cristo es la persona más digna de ser amada de toda la Humanidad. ¿Por qué? Porque Cristo no sólo era un hombre maravilloso,además era Dios. Pues este Cristo-Dios es en quien creemos y en quien esperamos. Démosle gracias porque nos ha dado fe en Él. Vivamos nuestra fe lo mejor que sepamos, y confiemos que en la hora de la muerte Él recibirá con los brazos abiertos, en la otra vida, a los que en ésta hemos creído en Él, le hemos servido con buena voluntad y le hemos amado con fervor.
P Jorge Loring
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