jueves, 30 de diciembre de 2010

¿Qué deseamos para el año nuevo?

Son tantas cosas las que deseo que es dificil comenzar. Deseo todo el bien para mi familia, mis amigos, mis compañeros, mis hermanos en la fe. Los ancianos, los niños, los enfermos.

Me gustaría que los hombres, políticos y no políticos, nos diéramos cuenta de que "La Tierra" y todo lo que contiene no es de unos pocos, Dios la creó para todos, y debemos hacer lo posible, cada uno desde su posición, para que exista un reparto equitativo de las riquezas. ¿Cuántas familias estamos comiendo demasiado estas fiestas y cuántas se mueren de hambre?.
Me gustaría que hubiera paz en tantos y tantos lugares, empezando con la paz en nuestros corazones, en nuestras familias, muestro trabajo, nuestras comunidades y llegando a la paz en todos los paises que están sufriendo el terror de una guerra. 
Y me gustaría como dice el P. Pascual:

"El año que inicia querría tener más energías, más entusiasmo, más convicción, para enseñar a los otros lo que para mí es el tesoro verdadero: mi fe católica. Enseñarla, sobre todo, con mi vida. Querría ser, en ese sentido, más coherente, más bueno, más abierto, más disponible, más cercano. Especialmente cuando me encuentre con un pobre, con un enfermo, con una persona triste o desesperada, con quien llora porque sabe lo que muchos no se atreven a reconocer: que ha pecado. Porque sólo cuando me pongo ante mis faltas con honestidad clara y completa, descubro mi miseria y comprendo la de los otros. Y porque cuando reconozco mi miseria y la ajena puedo entender que necesitamos al único que puede limpiarnos con su palabra llena de perdón y de esperanza: Dios."

Ayúdame a intentarlo con tu ayuda, Jesús, y con la ayuda de tu madre, la Virgen María.
MEMM

Y vosotros, ¿qué deseáis para el año que va a comenzar?

lunes, 27 de diciembre de 2010

Cristianos en Irak

Desde la guerra de 2003, mantuvieron con coraje esta celebración, pero este año la anulan por seguridad
Los cristianos de Irak, sin Misa del Gallo

Estas navidades, Irak se quedará, entre otras cosas, sin Misa del Gallo. El brutal asalto a la catedral sirocatólica de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, en Bagdad, y las continuas amenazas contra los cristianos son la causa. Durante 7 años de violencia siguieron celebrando las liturgias de la noche de Navidad, pero este año no lo harán ni en Bagdad, ni en Mosul, ni en Kirkuk.
22 Diciembre 10 - Madrid - M. Arribas Lo anunció el arzobispo de Kirkuk de los Caldeos, Louis Sako, en un testimonio publicado en la agencia Asianews. Explicó que «por razones de seguridad, las iglesias no tendrán ni guirnaldas ni decoración, y las misas se celebrarán a plena luz del día y con la mayor sobriedad».El arzobispo iraquí destacó que «un estado de tristeza y de luto sostenido» reina entre los cristianos de esta población, y que « hay una gran preocupación por el futuro de los jovenes que, desde hace dos meses, no pueden asistir a la universidad». Continuó diciendo que «el mismo estado de ánimo afecta a las numerosas familias refugiadas en el norte, obligadas a pensar en el futuro sin basarse en nada concreto».

Se lamentó explicando que «del gobierno no se espera nada tranquilizador respecto a la defensa de los cristianos: los líderes están demasiado ocupados en la formación de un nuevo Gobierno».
Sako se refirió a la vida en Kirkuk, donde la «seguridad es un poco mejor que en la capital», a pesar de que continuan los secuestros y las amenazas. Además, no habrá fiesta de ningún tipo: ni de Papá Noel para los niños, ni ceremonias para las felicitaciones oficiales con las autoridades.

Otra medida de precaución que han tomado los cristianos ha sido suspender, de momento, la catequesis, ya que temen poner en peligro la vida de la gente, porque, «aunque hay guardias de seguridad por todos los lugares de la calle, y en frente de todas las parroquias, el problema persiste cuando salimos en fila a la calle, ya que los cristianos son un objetivo fácil». A pesar de todos estos inconvenientes, esta Navidad en Bagdad, rezarán por la paz, eso sí, a la luz del día, detrás de los muros y con guardias de seguridad.

En referencia a la homilia que se pronunciará el día de Navidad, el obispo iraquí afirmó que «insistiré en los problemas, los enfretamientos y los miedos de los hombres en la tierra, donde la Navidad trae un mesaje de esperanza».
¿Estamos concienciados los cristianos de lo que ocurre en otros países?¿Sabemos que están perseguidos e incluso pueden morir por el hecho de creer en Jesús?
¿Rezamos por nuestros hermanos?

domingo, 26 de diciembre de 2010

Uno entre nosotros. Benedicto XVI

Las palabras del santo pontífice se produjeron apenas unas horas después de que en su homilía durante la Misa del Gallo celebrada el viernes por la noche en el Vaticano, donde asegurara que “Cristo ha entrado en el mundo, haciéndose uno entre nosotros para atraernos a todos a sí. Benedicto XVI ha pedido a Dios que “cumpla su promesa” y termine “con el tiempo de las túnicas ensangrentadas” para erigir en el mundo su reino “de justicia, de amor y de paz”.


Ante miles de peregrinos reunidos en la Basílica de San Pedro, el Papa señaló que en la noche de Belén “ha quedado superada la distancia infinita entre Dios y el hombre”. Benedicto XVI rogó al Niño de Belén que ayude a los cristianos “a reconocer su rostro en el otro que lo necesita, en los que sufren o están desamparados” y en “todos los hombres” para convertir al mundo “en su familia”. El Papa aseguró que Dios “ha llamado al hombre a una libre respuesta de amor” y que el hombre no puede “con su buena voluntad redimirse a sí mismo” sino que necesita la gracia del amor de Dios y la respuesta libre del hombre para su salvación, que Dios espera “y que incluso ruega en el nacimiento de su Hijo”.



El Pontífice insistió en que Dios “no deja de buscar” a cada hombre y de levantarlo cada vez que lo necesita. Según declaró el Papa en su homilía, Dios “no abandona a la oveja extraviada en el desierto” y no se deja “confundir por el pecado” sino que vuelve “a comenzar” con cada hombre. Benedicto XVI asegurado que Dios ama a los hombres “para que puedan convertirse en personas que aman junto con Él y así haya paz en la tierra”.

sábado, 25 de diciembre de 2010

Jesús nació para todos

En esta noche santa un niño nos ha dado, Hijo de Dios, Luz de Luz, engendrado no creado.


En estos días los cristianos estamos contentos, celebramos el nacimiento de Jesús en Belén.
Jesús nació por nosotros, por todos, pero sobre todo por los pobres, por los pecadores, los abandonados.
Es dificil estos días no recordar a las personas que no tienen para comer, las familias que no tienen una casa para cobijarse, los ancianos que viven solos, los tristes, los enfermos terminales.

Juan Pablo II propuso  contemplar el misterio de la Navidad y ofrecer gestos de ayuda a los más necesitados para superar el consumismo que con frecuencia caracteriza estas fiestas.


«La sencillez del pesebre contrasta con esa imagen de la Navidad que en ocasiones es presentada de manera insistente por los mensajes publicitarios», aseguró el Papa.

Pidamos al Señor que nos ayude para no pensar solo en nosotros y dediquemos parte de nuestro tiempo en ayudar a los más necesitaos.
H de Carmen

martes, 21 de diciembre de 2010

San José según Benedicto XVI

Dos razones para mirar a San José en Navidad y convertirle en nuestro modelo, según el papa.

Es cuarto domingo de Adviento y el Ángelus del Papa se ha centrado en una de las tres figuras del Misterio que se celebra la semana que viene.




«Hombre justo, fiel a la ley de Dios, dispuesto a cumplir su santa voluntad»: así describe Benedicto XVI al esposo de la Virgen María y padre putativo de Jesucristo, que «entra en el misterio de la Encarnación» porque, avisado por el ángel de la naturaleza virginal de la concepción que se ha obrado en su esposa, «sus ojos ven en ella la obra de Dios» y se sabe «seguro de estar haciendo lo justo».
Y al poner el nombre de Jesús al niño hijo del Espíritu Santo, San José «se sitúa entre el número de los servidores humildes y fieles, similar a los ángeles y a los profestas, similar a los mártires y a los apóstoles... Es testigo de la virginidad de María y de la acción gratuita de Dios, y custodio de la vida terrena del Mesías».

 
Pero Benedicto XVI, tras estos elogios al maestro del Maestro en este mundo, señala dos razones particulares por las que debe convertirse en nuestro modelo, al perfilarse en él ese «hombre nuevo» del Evangelio, caracterizado por dos virtudes: primera, «mira con confianza y coraje al futuro»; segunda, «no sigue su propio proyecto, sino que se confía totalmente a la infinita misericordia de quien cumple las profecías y abre el tiempo de la salvación».
Antes de confiar a San José, «patrono universal de la Iglesia», la labor de sus pastores (obispos y sacerdotes), Benedicto XVI fija pues las dos grandes lecciones de la vida de San José para los cristianos de hoy: contemplar con valentía los tiempos que vienen, y entregarse a la voluntad de Dios para nosotros, más que a nuestros propios y limitados designios


Benedicto XVI ha recordado además que es el patrón universal de la Iglesia y ejemplo de fidelidad para sus pastores

viernes, 10 de diciembre de 2010

ADVIENTO Y NAVIDAD

Adviento y Navidad son como las dos caras de una misma medalla en esta experiencia litúrgica de la Iglesia. Por una parte la espera y la esperanza; por otra la presencia y el cumplimiento de las promesas. Navidad asegura a este nuevo Adviento de la historia, en espera de Cristo glorioso, la fidelidad de Dios. No son vanas nuestras esperanzas, como no fueron vanas las del pueblo de Israel que esperaba al Mesías. Por eso Adviento es celebración de la espera mesiánica de nuestros Padres en la fe y actualización de nuestras esperanzas de cara a Cristo, cuando venga a salvar definitivamente nuestro mundo y nuestra historia. Y Navidad, en la que desemboca el Adviento, es celebración del Dios con nosotros, gozo por la compañía de Dios que desde hace dos mil años está presente en la vida de la Iglesia, a partir de su Encarnación y en una misteriosa y real presencia en los misterios de la liturgia.


No es intimismo, sino realismo personalista, el poner el acento en la vivencia del Adviento como experiencia personal, interior, de espera y de vigilancia, en el momento presente de nuestra historia y de nuestro camino hacia la plenitud de la vida en Cristo.

El Cardenal H. J. Newman ha expresado muy bien el sentido personal del Adviento en una homilía de la que destacamos estas expresiones: “Sabéis lo que significa esperar a un amigo, esperar que llegue y ver que tarda? ¿Sabéis lo que significa estar en ansia cuando una cosa podría ocurrir y no acaece, o estar a la espera de algún acontecimiento importante que os hace latir el corazón cuando os lo recuerdan y al que pensáis cada mañana desde que abrís los ojos? ¿Sabéis lo que es tener un amigo lejos, esperar sus noticias y preguntaros cada día qué estará haciendo en ese momento o si se encontrará bien?... Velar en espera de Cristo es un sentimiento que se parece a todos estos, en la medida en que los sentimientos de este mundo pueden ser semejantes a los del otro mundo”.

Salvación de Adviento. No es una palabra hueca, cuando hay una experiencia viva. Se espera lo que se desea. Se desea aquello que se necesita. ¿Cómo podemos decir que esperamos al Señor si no lo deseamos, o que lo deseamos si no sentimos necesidad de su presencia? Sin deseo, no hay esperanza, sin necesidad no hay deseo. Y sin estas componentes de la espiritualidad del Adviento, la oración del deseo y de la esperanza pierde su verdad y su fuerza expresiva.

No hay Adviento donde no hay deseo y necesidad de presencia y de salvación

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Gracias Señor, porque en los momentos duros sigues con nosotros




Gracias Señor, porque en los momentos difíciles, cuando todo se oscurece, cuando nos sentimos completamente solos, aunque estemos rodeados de gente, Tú siempre estás con nosotros, muy cerca, protegiéndonos y consolándonos.

Gracias, porque cuando todo se desmorona  a nuestro alrededor , cuando sentimos que  nos hundimos sin remedio, Tú  siempre nos tiendes tu mano  fuerte y generosa que nos lleva a la superficie.


Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados” –nos dice–, y Él nos acogerá así como somos: inermes y frágiles, pero desnudos ya de falsas caretas y de disfraces. Y entonces sí, “Yo os aliviaré”, porque Él es el verdadero Médico de nuestras almas.

Te pedimos señor, por las personas que se sienten solas y desesperadas y que todavía no han comprendido del todo que solo en Tí se puede encontrar el verdadero consuelo, la verdadera compañía y el  amor incondiconal y  eterno.
H. de Carmen
Porqué Yo te amo amor eterno ... Jeremías 3

 “Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti”. Isaías 43:2
Gracias, porque nos aceptas con nuestras flaquezas, debilidades y miserias

martes, 7 de diciembre de 2010

ORACIÓN

Hemos recibido en nuestro correo del blog una oración que nos manda Isabel

ORACION

Dios Padre Bueno, guiame, acompaña mi caminar, hacia la felicidad plena contigo.

No dejes Señor que me dentenga en el camino emprendido, enseñame a seguir esperando aunque no vea resultados; a seguir trabajando con paciencia a pesar de los fracasos.

En el camino de la conversion e de ir desprendiendome de todo lo que me pesa y me hace fatigoso el caminar.

Pero creo Señor, que Tú conoces mis anelos y no dejaras mi vida en fecunda .
Creo y espero porque amo y necesito ser amado y yo se Señor que tu me amas.
 
DON SIN RAZONES

Sólo al percibirte sin razones
podemos regalarnos.
Sólo al encontrarte en el fondo de la nada, podemos darnos por nada. Sólo al unificarnos en tu silencio.
Sólo al reposar en tu misterio, podemos ir muriendo en el misterio.
 
  Isabel Araque

Muchas gracias Isabel por compartir con nosotros tus oraciones.

domingo, 5 de diciembre de 2010

El deseo de contemplar a Dios

Ea, hombrecillo, deja un momento tus ocupaciones habituales; entra un instante en ti mismo, lejos del tumulto de tus pensamientos. Arroja fuera de ti las preocupaciones agobiantes; aparta de ti tus inquietudes trabajosas. Dedícate algún rato a Dios y descansa siquiera un momento en su presencia. Entra en el aposento de tu alma; excluye todo, excepto Dios y lo que pueda ayudarte para buscarle; y así, cerradas todas las puertas, ve en pos de él. Di, pues, alma mía, di a Dios: "Busco tu rostro; Señor, anhelo ver tu rostro".
Y ahora, Señor, mi Dios, enseña a mi corazón dónde y cómo buscarte, dónde y cómo encontrarte.

Señor, si no estás aquí, ¿dónde te buscaré, estando ausente? Si estás por doquier, ¿cómo no descubro tu presencia? Cierto es que habitas en una claridad inaccesible. Pero ¿dónde se halla esa inaccesible claridad?, ¿cómo me acercaré a ella? ¿Quién me conducirá hasta ahí para verte en ella? Y luego, ¿con qué señales, bajo qué rasgo te buscaré? Nunca jamás te vi, Señor, Dios mio; no conozco tu rostro.

¿Qué hará, altísimo Señor, éste tu desterrado tan lejos de ti? ¿Qué hará tu servidor, ansioso de tu amor, y tan lejos de tu rostro? Anhela verte, y tu rostro está muy lejos de él. Desea acercarse a ti, y tu morada es inaccesible. Arde en el deseo de encontrarte, e ignora dónde vives. No suspira más que por ti, y jamás ha visto tu rostro.
Señor, tú eres mi Dios, mi dueño, y con todo, nunca te vi. Tú me has creado y renovado, me has concedido todos los bienes que poseo, y aún no te conozco. Me creaste, en fin, para verte, y todavía nada he hecho de aquello para lo que fui creado.
Entonces, Señor, ¿hasta cuándo? ¿Hasta cuándo te olvidarás de nosotros, apartando de nosotros tu rostro? ¿Cuándo, por fin, nos mirarás y escucharás? ¿Cuándo llenarás de luz nuestros ojos y nos mostrarás tu rostro? ¿Cuándo volverás a nosotros?
Míranos, Señor; escúchanos, ilumínanos, muéstrate a nosotros. Manifiéstanos de nuevo tu presencia para que todo nos vaya bien; sin eso todo será malo. Ten piedad de nuestros trabajos y esfuerzos para llegar a ti, porque sin ti nada podemos.

Enséñame a buscarte y muéstrate a quien te busca; porque no puedo ir en tu busca a menos que tú me enseñes, y no puedo encontrarte si tú no te manifiestas. Deseando te buscaré, buscando te desearé, amando te hallaré y hallándote te amaré.

Del libro Proslógion de san Anselmo, obispo

(Cap. 1: Opera omnia, edición Schmitt, Seckau [Austria] 1938, 1, 97-100)