"Y se fueron a otro pueblo. Mientras iban caminando, uno le dijo: Te seguiré adondequiera que vayas. Jesús le dijo: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza. A otro dijo: Sígueme. Él respondió: Déjame ir primero a enterrar a mi padre. Le respondió: Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios. También otro le dijo: Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los de mi casa. Le dijo Jesús: Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios."
Leyendo este evangelio parece que Jesús es demasiado duro. Pero Jesús conoce la naturaleza del hombre, sabe que a veces nos dejamos llevar por un entusiasmo momentáneo y nos sentimos capaces de hacer cualquier cosa por El, pero poco a poco se va enfriando nuestro entusiasmo y nos quedamos con un amor tibio.
Otras veces estamos dispuestos a seguirle a medias, nos quedamos con lo que nos interesa del evangelio. Nos hacemos una religión a nuestra medida, seguimos a Jesús por el camino llano y sin embargo cuando llegan las cuestas y las piedras del camino encontramos disculpas para desviarnos.
Jesús es exigente, quiere que le sigamos de verdad, sin dudas, sabiendo que tenemos que dejar atrás algunos comportamientos, El quiere generosidad, decisión y un amor verdadero. Nuestra entrega debe ser total.
El sabe hasta dónde nos puede pedir que lleguemos, solo tenemos que decir: SI.
¿Seremos capaces?
H de Carmen
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