martes, 31 de enero de 2017

San Juan Bosco – 31 de enero

«El fundador de los salesianos fue un sembrador de alegría. Derrochó generosidad entre la infancia y juventud abandonada a la que proporcionó toda clase de recursos. Con una pedagogía excepcional condujo a muchos a la conversión»


Este gran maestro de santos que hoy ofrece ZENIT nació en I Becchi, Castelnuovo d’Asti, Italia, el 16 de agosto de 1815.. Un sentimiento alentó su santa vida: «¡Señor, dame almas!… Almas, almas, sobre todo de niños y de jóvenes, para llevarlas a Ti». Muy pequeño orientó toda su capacidad creativa organizando juegos con otros niños, que interrumpía al repique de campanas para conducirlos a la iglesia; entonces comenzaba a hacerse manifiesto su innegable carisma con este colectivo. A los 9 años vio en sueños los rasgos inequívocos del abandono. Una infancia duramente castigada por la distancia afectiva convertía la pradera en escenario de hiriente conducta: robos, blasfemias y otras fechorías, ante las cuales el santo reaccionaba con violencia, golpeando a los muchachos. En el mismo estado de vigilia se sintió amonestado y exhortado a ponerse en medio de ellos; se le daba a entender que debía mostrarles la fealdad del pecado y la belleza de la virtud: «No con golpes, sino con la mansedumbre y con la caridad deberás ganarte a estos tus amigos.. Yo te daré la Maestra bajo cuya disciplina llegarás a ser sabio; y sin la cual, toda sabiduría se convierte en necedad». A su vez, en una aparición, María, que sería esa Maestra anunciada, le mostró una manada de animales extraños y feroces, que pronto se trocaron en mansos corderillos. «¡Mira lo que te espera!», dijo la Virgen, añadiendo: «Hazte humilde, fuerte, bueno, y verás lo que vas a hacer». Juan se echó a llorar, y Ella le aseguró que un día lo comprendería todo. Así fue. En su momento entendió el significado de la visión a través de la cual se le encomendó la recuperación de niños y jóvenes maleantes. María siempre sería para él la «Auxiliadora de los cristianos».
Se había quedado huérfano de padre cuando tenía 2 años, y su madre hizo lo posible para que pudiera estudiar, algo que consiguió en medio de no pocas privaciones y sacrificios. Eran tan pobres que tuvo que mendigar para costear su formación. Almas caritativas le dieron ora la chaqueta, ora el abrigo, y hasta los zapatos. Él aunaba inteligencia y esfuerzo que, junto a su piedad, pronto hicieron maravillas. Cursados los primeros estudios en Chieri, prosiguió realizándolos en el seminario mayor de Turín. Por entonces sus dotes teatrales ya eran conocidas. Los niños quedaban fascinados y estupefactos ante las acrobacias y números de magia que realizaba ante ellos. Eran algunas de sus tácticas para mantenerlos alejados del mal. Con la misma fórmula en Turín se rodeó de chavales que vagaban sin rumbo y se atrajo su amistad sin esfuerzo.
Fue ordenado sacerdote en 1841. Tuvo como guía a san José Cafasso, que corroboró la vocación a la que se sentía llamado: «Prosigue tu trabajo con los chicos abandonados. Eso y no otra cosa es lo que Dios quiere de ti». Y le aconsejó: «Camina y observa a tu alrededor». Su entorno le devolvía estampas desoladoras, miseria asomada en las pupilas de la infancia y la juventud de las zonas marginales que bien conocía. «Hasta el último aliento por los jóvenes», se dijo. Con ellos, en particular los pobres y abandonados, compartía rezos, juegos, y los invitaba a comer de vez en cuando. Contaba para todo con la inestimable ayuda de su madre Margarita Occhiena, que ejerció gran influencia sobre él, y junto a ella hizo frente a las críticas y habladurías. En diciembre de 1841 un muchacho fue acogido por el santo y tras él llegaron otros. Pronto el cobertizo Pinardi se llenó de jóvenes que fueron la semilla del Oratorio de San Francisco de Sales. Cuando en una ocasión una bienhechora le dio a elegir entre el grupo de niños y jóvenes ruidosos, faltos de educación y buenos modales, que no habían recibido cariño, y destinar el lugar que tenía para las muchachas, Juan no los abandonó, sino que se los llevó consigo.
Pudo perder la vida a causa de una pulmonía, pero se recuperó y siguió luchando por los chicos. Logró rescatarlos de las influencias ajenas y de los peligros que les acechaban lejos del hogar que había creado para ellos. La clave de todo era el amor que sembraba a su alrededor: «Con la bondad y el amor trato de ganar para el Señor a estos mis amigos». Un amor derrochado de forma personalizada, de un modo que cada uno podía pensar que era único para él. Su creatividad, que parecía no tener fronteras, dio lugar a talleres diversos donde, al tiempo que los mantenía a cobijo, les proporcionaba formación.
El «método preventivo» consistente en la práctica de la caridad, con el sentido paulino, fue dando sus frutos, materializándose en una sólida educación cristiana y humana. La continuidad de esta obra se produjo a través de la Pía Sociedad de San Francisco de Sales (los Salesianos) y de las Hijas de María Auxiliadora (las Salesianas), fundadas con santa María Dominica Mazzarello. La pedagogía salesiana, conocida y estimada por doquier, incluye los recursos que le proporcionó su fundador: escuelas tipográficas, revistas y editoriales, entre otras. De la pluma del santo surgieron libros didácticos encaminados siempre a poner de manifiesto los más altos ideales. Las obras que emprendió tuvieron como finalidad enseñar que el amor y la confianza en los jóvenes disuelve todos los males.
Uno de sus alumnos, el mejor, fue santo Domingo Savio, elevado a los altares a los 15 años. Éste, antes de morir, glosó el espíritu que les había inculcado su fundador, afirmando: «Nosotros aquí hacemos consistir la santidad en mucha alegría». En un momento en el que todos sus colaboradores, menos uno, abandonaron a Don Bosco, él pensó formar a Domingo para que le acompañase en su delicada misión. Entre sus muchas acciones también mandó erigir varias iglesias. Al final de su vida pudo decir con toda propiedad: «… Lo que he hecho, lo he hecho por el Señor… Se habría podido hacer más… Pero lo harán mis hijos… Nuestra Congregación es conducida por Dios y protegida por María Auxiliadora». Murió en Valdocco el 31 de enero de 1888. Fue beatificado por Pío XI el 2 de junio de 1929, y este mismo pontífice lo canonizó el 1 de abril de 1934.
ZENIT

Comedor Ave María: 25 años de pan y cariño



Abrir la puerta de tu casa y de tu corazón para dar pan y cariño a aquellas personas necesitadas que llaman cada día llena de satisfacción y alegría, y ayuda a comprender que «servir es la mejor manera de amar». Esto es lo que hemos hecho estos últimos 25 años en el comedor Ave María. Mañana tras mañana hombres y mujeres han encontrado no solo un desayuno caliente y un bocadillo, sino también un poco de calor humano. Gracias a la colaboración de los voluntarios hemos servido 2.100.124 desayunos.
María Teresa nos cuenta lo que han supuesto para ella el servicio a los necesitados durante estos años: «Para mí el comedor ha sido un gran regalo de Dios a nivel de fe, pero también humana y socialmente. Me ha dado la posibilidad de reencontrarme con Dios a través del hombre; sobre todo he entendido cómo Dios ama al hombre, cómo sigue paso a paso nuestra trayectoria y cómo con su amor misericordioso nos invita a levantarnos con confianza. A nivel humano me ha dado la posibilidad de conocer al hombre y acercarme a él, a su ser más profundo, a no quedarme solo en lo exterior. He podido descubrir que detrás de cada rostro hay una persona que sufre, que busca comprensión y sobre todo ser amado. Un rostro detrás del cual está el mismo Cristo. Y mirándolos a ellos he aprendido a no juzgar nunca si no es desde el amor. A nivel social, me ha hecho entender cómo no puedo pasar de largo ante una realidad como la que se esta viviendo hoy de marginación y de desamor.
El comedor es motivo de agradecimiento a Dios porque he descubierto que ir a servir el desayuno no es motivo de vanagloria. Sentarme a la mesa con ellos y tender la mano me ha ayudado a comprender que ser discípulo de Jesús es “estar siempre en camino”, como María, que sale “a toda prisa” al encuentro de aquellos que necesitan un poco de pan y de calor humano.
Amigos, nuestro mundo necesita menos palabras y más obras. Que entre todos sigamos haciendo posible que el Ave María sea una puerta de amor abierta a la esperanza y a la justicia».
Paulino Alonso
Responsable del comedor Ave María. Madrid
Alfa y Omga

La historia y Dios


«La concepción cristiana de Dios hace necesaria también su presencia en la historia, en la general y en la particular, en la de los pueblos y en la de los individuos. Ello ha encontrado respuesta en la idea de providencia, la cual ha tenido que hacerse compatible con la libertad humana»
El cristianismo, religión que desdeña el mito y lo proclama abolido para dar cuenta de lo sagrado, es una fe que ha asumido la condición de relato histórico y ha experimentado desde muy pronto la necesidad de realizar en la historia el Reino de Dios que es su esperanza y su promesa. Esto es hasta tal punto así que, como escribió James Hitchcock, «el mayor reto a la credibilidad de la fe no procede de las ciencias físicas, sino de las disciplinas históricas, capaces de desacreditar al cristianismo precisamente por ser una fe basada en unos hechos históricos».
La concepción cristiana de Dios hace necesaria también su presencia en la historia, en la general y en la particular, en la de los pueblos y en la de los individuos. Ello ha encontrado respuesta en la idea de providencia, la cual ha tenido que hacerse compatible con la libertad humana. La historia, pues, tendría un sentido, pero si lo tiene es porque los cristianos sabemos que Dios quiso revelarse a través de la historia y que su providencia actúa en ella.
La esencia de la visión cristiana de la historia es preguntarse por la finalidad y no solo por los procesos. Todavía Hegel pudo construir una historia del cumplimiento finalista de un sentido porque aún se basaba en la luz del cristianismo como religión verdadera. Sin embargo, la historiografía actual, al prescindir mayoritariamente de ese e incluso de cualquier otro principio unificador, pese a resultar tan convincente en sus explicaciones de hechos y estructuras, adolece de la carencia de un orden racional que la haga inteligible. Esa ausencia de finalidad nos conduce al sinsentido, mas posee la ventaja de eludir arduos problemas que han fecundado, pero también perturbado el pensamiento histórico. Y es que, aceptada una finalidad en la historia y entendida la providencia divina como el modo en que se avanza hacia ese fin, la cuestión gira hacia la actuación concreta de Dios en un determinado hecho histórico. Una gran tentación cristiana ha sido deducir, a partir de una creencia general en la divina pro videncia, sus manifestaciones específicas en la historia. Si esta dependiera de un sentido evidente que la totaliza y termina, ocurriría entonces que esa misma historia se haría inane en cada uno de sus capítulos. Pero esos son precisamente los que interesan al historiador.
Por otra parte, los sistemas inmanentisºtas, de los que el marxismo ha sido el más ambicioso e influyente, no han resuelto la necesidad racional de encontrar una idea organizadora del devenir. La desilusión ante su fracaso se expresa en el convencimiento actual de que resulta vano buscar una atalaya teórica desde la que contemplar la entera historia. Eso estaría bien si, al precio de esa renuncia, obtuviéramos el sentido que, de una forma u otra, nuestra cultura ha anhelado siempre encontrar. Puesto que ese sentido no puede deducirse sin más de los puros acontecimientos, es evidente que la abstención actual tiene que ver no con el desinterés, sino con el vértigo de preguntarse por el significado último de la historia. Así, muchos historiadores que no dudan de la acción de Dios en las vidas humanas, entendidas individualmente, prefieren no plantearse esa acción en la historia. Pero si Dios es providente con cada hombre, ha de serlo con la humanidad en su conjunto. La dificultad para admitirlo quizá no proceda tanto de nuestra fe o piedad persona- les cuanto de nuestro concepto de historia, el cual podría tener el efecto de velarnos la acción de Dios sobre ella.
Son dos las cuestiones principales: primera, el sentido del tiempo; segunda, la selección de los hechos que consideramos históricos. Sobre la primera, de enorme complejidad, baste decir ahora que el eterno presente de Dios no tiene por qué acomodarse en su acción al tiempo limitado del hombre, de cada hombre y generación. Ahora bien, es preciso confesar que, aun cuando intentemos contemplar los hechos históricos bajo un prisma más acorde con ese tiempo de Dios, muchos de ellos siguen pareciendo contrarios al designio divino sobre la humanidad, cuando no carentes de todo sentido.
En cuanto al segundo problema, cabe pensar que, si para Dios no hay ningún hombre despreciable, para Él no habría tampoco ningún acontecimiento superfluo o irrelevante. Pero eso no es así para nosotros, y por ello la historia se configura, según la conocida definición de Jacob Burckhardt, como «el registro de los hechos que una edad encuentra notables en otra». Quizá por ello, la frustración nos aguarda cuando esperamos captar el sentido de la historia y escrutar la intención divina sobre un conjunto en el fondo pequeño y sesgado de acontecimientos «notables». Es forzoso suponer que innumerables momentos en los que Dios actúa no son preservados por la historia.
Esas dos cuestiones laten en un viejo y pertinaz tercer problema: ¿cómo vincular a un Dios de bondad y justicia con hechos en los que tan a menudo contemplamos el triunfo de la maldad y el pecado? Pero, en realidad, solo es una determinada idea de progreso la que nos impide aceptar que el sufrimiento y el mal tengan un papel constructivo en la historia. Frente al progreso de matriz iluminista, que no puede asumir la realidad del mal y del dolor sino como absurdo irracional que lo frena o impide, la historia más bien sería, según la imagen creada por Isaiah Berlin a partir de la concepción de Herder, como una sinfonía, cada uno de cuyos movimientos tiene significado por sí mismo. Así, cada parte o momento de la historia la contiene entera de algún modo, no como peldaños de una escalera cuyo sentido solo conoceremos al final. Cada sufrimiento, fracaso o logro tienen un valor absoluto fuera de la secuencia.
No habría tanto un progreso cuanto una maduración de la humanidad en la que pesan todos y cada uno de los destinos humanos. En esa figura no hay sucesos que impulsan la marcha y otros que la retardan o la contrarían. Porque todo, tanto lo bueno como lo malo, contribuye a ese proceso de maduración de los hombres y de la humanidad. Y así, sufrimiento y dolor encuentran su sitio, como todo lo que acontece, la lluvia, el sol, la noche y el viento, conforma misteriosamente al fruto en el árbol.
Rafael Sánchez Saus
Catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Cádiz
Fue rector de la USP-CEU
Alfa y Omega

El diplomático vaticano que intentó parar el genocidio armenio


Un libro recopila documentos del Archivo Secreto Vaticano que demuestran los esfuerzos de la Santa Sede por detener la matanza de 1915
Aunque sea el estado más pequeño del mundo, la Santa Sede cuenta con una poderosa maquinaria al servicio de la paz, heredera de grandes figuras históricas como la de Angelo Maria Dolci, delegado diplomático en la Constantinopla del genocidio armenio. «Fue un diplomático honesto, una persona extraordinaria. Si tuviera que definirlo usaría la cita evangélica en la que Jesús recomienda a sus discípulos ser “astutos como serpientes y sencillos como palomas”». Quien lo describe así es Valentina Karakhanian, investigadora en el Archivo Secreto Vaticano, que ha rastreado los esfuerzos de este diplomático para salvar a los armenios del llamado Gran Mal. Es la coautora de La Santa Sede y el extermino de los armenios en el Imperio otomano, y aunque mucho se ha escrito sobre el genocidio armenio, su libro es una de las pocas obras que sacan a la luz, mediante documentos escritos, los esfuerzos del Vaticano –del Papa Benedicto XV–, por detener la carnicería contra los armenios y después asirios, melquitas, maronitas, caldeos… y, en definitiva, cualquier pueblo cristiano que habitara en el Imperio Otomano a partir de 1915. «La particularidad de nuestro libro es que hablan los documentos», señala Karakhanian. La propia autora es también una víctima colateral del exterminio. Sus bisabuelos se libraron de una muerte segura porque pudieron huir a tiempo a Georgia junto a otras 29 familias gracias a un sacerdote. En el país vecino dieron lugar a 17 pueblos de armenios católicos. Valentina nació allí, en la diáspora. «Jamás habría escrito este libro si creyera que solo va a servir para aumentar la biblioteca», explica. Espera que el volumen pueda mostrar, sobre todo a los armenios, que la Santa Sede se movilizó para detener la tragedia. Quiere además que una figura como la de Dolci no pase desapercibida y pueda ser reconocido como «una persona justa que no escatimó esfuerzos».
Sacerdotes y religiosas, los informantes
El futuro cardenal Dolci asumió casi como propio el destino de los cristianos de Anatolia. Tres días después de la fecha que se considera el comienzo del genocidio, el 24 de abril, Angelo Maria Dolci escribe su primer informe en el que expresa sus temores de que «la autoridad turca ordene una masacre general de los armenios». En dos meses llegaron hasta la Secretaría de Estado Vaticana 20 informes que recogían datos sobre el dramático devenir de los acontecimientos. No obstante, Dolci era meticuloso recopilando y procesando la información, consciente de que la Santa Sede tenía que caminar con pies de plomo en un territorio que era más hostil que favorable a su presencia. «Ha sido muy interesante ver los despachos de otras embajadas que informan de la versión oficial. Por esto es tan extraordinario el papel de monseñor Dolci, porque él no distorsiona nada. El Vaticano recibe noticias de primera mano porque tenía informantes en todas las ciudades que eran los sacerdotes y religiosas», aclara la investigadora.
El diplomático es claro en sus despachos y expone asesinatos masivos y torturas. Habla de madres que incluso venden a sus hijos para salvarlos. A su vez, las cartas que le llegan relatan asesinatos, deportaciones masivas y una violencia que no solo se ceba contra los armenios. Dolci escribe: «Parece que la persecución del Gobierno contra los cristianos no se limita a los armenios, sino que se extiende a las demás comunidades sin distinguir entre católicos y no católicos». En Siria, el delegado apostólico coincide: «En muchos lugares del interior, no queda ni un cristiano». La propia Custodia de Tierra Santa envía un largo dosier a Dolci sobre las deportaciones al desierto de miles de armenios, sobre todo a las inmediaciones de Deir-El-Zor. Allí, recuerda Valentina, el Daesh destruyó las iglesias y los osarios que contenían los restos de estos cristianos asesinados durante el genocidio. 100 años después, el exterminio se repite sin cambiar de víctimas.
«Dolci no hacía esto porque se lo pidiera el Vaticano sino porque, en primer lugar, era un buen religioso y un buen hombre», explica la autora. Por su mediación, Benedicto XV escribió hasta tres cartas al sultán que el diplomático se empeñó en llevarle en persona. El 15 de enero de 1916 el Papa obtiene la respuesta: «Las noticias que han llegado a la Santa Sede sobre la suerte de los armenios de nuestro país no se ajustan a la realidad de los hechos». Aunque sin reconocer la masacre, cada carta del Papa hacía que el imperio atenuara la persecución. Era en ese impás cuando Dolci aprovechaba para maniobrar. El delegado apostólico movilizó a la diplomacia vaticana en la intrincada Europa de la I Guerra Mundial. Eugenio Pacelli, entonces nuncio en Múnich, coopera estrechamente con Dolci para prestar ayuda a través de Alemania, Austria y Hungría. A él le escribe un franciscano en 1917 sobre la suerte de 200 familias de Ankara: «Se oponen al cambio de nombre. No quieren saber nada de la apostasía al cristianismo que pide el Gobierno».
El odio que aplastó la diplomacia

Dolci es como la gota que horada la roca y persiste en la denuncia y el salvamento. Jugó como nadie en el tablero de la diplomacia. Así ganó una importante mano al salvar a 60 cristianos de Alepo de una condena a muerte acusados de robar unos dátiles. Dolci escribe al ministro de la guerra turco haciéndole notar que esa ejecución daría muy mala prensa al imperio. Si bien asegura a sus interlocutores que la condena es justa, también les recuerda que una amnistía mostraría la magnanimidad del imperio y agradaría al Papa. Semanas después el diplomático escribe a Benedicto XV con el anuncio del perdón a los 60 de Alepo.
Incluso Dolci –inspirado en el episodio en el monte Musa Dagh cuando un barco francés evacuó a miles de armenios atrincherados contra los turcos–, quiso enviar barcos a Siria y Líbano con bandera vaticana para socorrer a los cristianos. Una idea que parece que bloqueó Inglaterra. Pero el genocidio era imparable y el odio aplastó cualquier negociado diplomático.
Benedicto XV solicitó en el reparto territorial de París que, al menos, se considerase una Armenia independiente fuera de la URSS o de la influencia turca, una intercesión que incluso agradeció al Pontífice la propia Iglesia apostólica armenia. Benedicto XV también se lo pidió al presidente de Estados Unidos, Woodrow Wilson, en calidad de «presidente de la mayor democracia del mundo». La Armenia libre duró poco. En 1920 fue subsumida a la URSS. La carta de Benedicto XV al mandatario estadounidense terminaba con el llamamiento a una paz justa. El Papa que advirtió de la «masacre inútil» en los albores de la I Guerra Mundial acertó por desgracia en su advertencia: «La paz no podrá durar si se imponen condiciones que dejarán profundas raíces de rencor y proyectos de venganza. Las historias del pasado son las dueñas del futuro». Un futuro que llegó en forma de guerra mundial pocos años después acompañada por otro gran genocidio.
El Papa de la paz murió en 1922. El cardenal Dolci en 1939. Eugenio Pacelli fue proclamado Papa ese mismo año con el nombre de Pío XII. Los esfuerzos diplomáticos de los tres salvaron a muchos, quizá nunca se contabilizaron, quizá nadie buscó sus nombres, pero como dice Valentina Karakhanian, «la grandeza de un diplomático es que no le podrás atribuir algo concreto pero es indudable que sin su intervención nada hubiera sido posible».
Alfa y Omega

Contigo hablo, niña, levántate


Lectura del santo Evangelio según san Marcos 5, 21-43

En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al mar.
Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia:
«Mi niña está en las últimas; ven, impón las manos sobre ella, para que se cure y viva».
Se fue con él y lo seguía mucha gente que lo apretujaba.
Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacia doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando: «Con sólo tocarle el manto curaré».
Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias, y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió en seguida, en medio de la gente y preguntaba:
«¿Quién me ha tocado el manto?».
Los discípulos le contestaron:
«Ves como te apretuja la gente y preguntas: "¿Quién me ha tocado? "».
Él seguía mirando alrededor, para ver a la que había hecho esto. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que le había ocurrido, se le echó a los pies y le confesó toda la verdad.
Él le dice:
«Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda curada de tu enfermedad».
Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle:
«Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?».
Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga:
«No temas; basta que tengas fe».
No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a casa del jefe de la sinagoga y encontra el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos y después de entrar les dijo:
«¿Qué estrépito y qué lloros son éstos? La niña no está muerta, está dormida».
Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo:
-«Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»).
La niña se levantó inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y quedaron fuera de sí llenos de estupor.
Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.
Palabra del Señor.

lunes, 30 de enero de 2017

Francisco: "Una iglesia que tiene las puertas cerradas tiene a Jesús golpeando las puertas porque quiere salir"


"Una iglesia que tiene las puertas cerradas es una iglesia que tiene a Jesús golpeando las puertas desde adentro porque quiere salir". El canal católico estadonidense "El sembrador", dirigido por Noel Díaz, ofreció anoche una entrevista exclusiva con el Papa Francisco, en la que el Pontífice anima a los cristianos a "salir de la cueva".
"Las parroquias a la calle, cualquier institución a la calle, a la calle en el sentido de salir a buscar puertas abiertas. Mi corazón a la calle, es decir, mi corazón cristiano abierto a un mensaje al que sufre", subraya el Papa.

Ésta es la transcripción de la entrevista con el Papa:
NOEL: Bueno lo primero que quisiera es pedirle unas palabras para la gente que está en Estados Unidos y mucha gente ahorita, está con temor, sin meternos en situaciones de política, simplemente un mensaje para nuestro pueblo, para nuestra gente, y no solamente latinoamericanos, porque hay de diferentes países en una situación similar.
PAPA FRANCISCO: No se olviden que tenemos una madre. Cuando Juanito el hoy San Juan Diego le escapaba un poco a la Virgen, a la Madre, porque... esta Señora me pone en complicaciones, ella le dijo: ''Niño Juanito, no tengas miedo, ¿acaso no estoy yo aquí que soy tu Madre?''. Nosotros somos un pueblo que también tiene una madre, y Jesús nos la dejó, su Madre y nuestra Madre, y un pueblo con madre tiene que sentirse seguro.
Los monjes rusos de la época medieval o antes, tienen un consejo muy lindo. Antes decían ''cuando hay turbulencias espirituales, acogerse bajo el manto de la Santa Madre de Dios"; y eso es lo que puedo y quiero decirles, ella se lo dijo a Juanito en su lengua, "no tengas miedo. ¿Acaso no estoy yo aquí que soy tu Madre?". Y ese es como el saludo que les quiero dar.

NOEL: Su Santidad, usted me ha dicho en dos ocasiones, la primera cuando le lustré los zapatos en el avión y la segunda cuando me escribió y me dijo: "le recuerdo que le diga a los laicos que salgan de las cuevas". ¿Cuál es esa misión que me da y que nos da a los laicos?
PAPA FRANCISCO: A veces creo que el mejor negocio que podemos hacer con muchos cristianos, es venderles naftalina para que se la pongan en la ropa y en su vida y no se apolillen, porque están encerrados y se van a apolillar. Tienen que salir, tienen que salir, tienen que ir a llevar el mensaje de Jesús; el mensaje de Jesús no es para conservarlo para mí. El mensaje de Jesús es para darlo; así como yo lo recibo de Él a través de un hermano o de una hermana me viene esa gracia, yo la doy; eso es lo que tienen que hacer todos los cristianos.
Yo no me puedo guardar en conserva el mensaje de Jesús. No es para guardarlo, es para darlo entonces, cada uno ve que ese mensaje pasa por mis manos lo voy entregando y de esa manera salgo de la cueva.

NOEL: Ese llamado es... ¿Definitivamente lo tenemos que hacer ya?
PAPA FRANCISCO: Por supuesto. O sea las parroquias a la calle, cualquier institución a la calle, a la calle en el sentido de salir a buscar puertas abiertas. Mi corazón a la calle, es decir, mi corazón cristiano abierto a un mensaje al que sufre, al que está pasando un mal momento, al enfermo, es decir, las obras de misericordia que son como la columna vertebral del Evangelio.
Si nosotros leemos las preguntas que nos va a hacer Jesús cuando nos juzgue, son las obras de misericordia, Mateo 25, tuve hambre me diste de comer.

NOEL: Está todo dentro de eso. Usted cree que las parroquias en todo ese tiempo que usted nos dice que quiere una Iglesia de salida, no debemos ser evangelizadores con cara de vinagre y todas esas lindas formas que nos exhorta. Algunos hermanos separados son visibles en las calles, yo he deseado que tengamos una presencia más visible en las calles. ¿Qué nos falta Su Santidad?
PAPA FRANCISCO: Coraje, coraje ¿eh? Como que estamos cómodos y la comodidad nos traiciona. Coraje para salir, eso que tenía San Pablo, ese fervor apostólico, fervor apostólico y llevar, llevar lo que hemos recibido. Lo hemos recibido gratuitamente, darlo gratuitamente, pero el coraje.
 NOEL: Usted utilizó una frase cuando estuvo en México, que tuve la dicha de acompañarlo. Usted dijo una frase que yo iba con algunos sacerdotes argentinos que se rieron y yo no lo entendí, les dijo no vengo a "sobarles el lomo".
PAPA FRANCISCO: Sobar el lomo es decir "qué bueno que sos", adular, no. Vengo a pincharlos a que salgan, un cristiano sin coraje no es cristiano. ¿Cuál es el último mandato de Jesús a sus apóstoles? Vayan a la esquina, no. Vayan al otro pueblito de al lado, ¡No! Vayan a la otra ciudad más grande, no. Vayan a todo el mundo, les metió ese horizonte. Ese es el coraje: al final Mateo 28 ¿no?
Vayan a todo el mundo enseñando las cosas que yo les enseñé y bautizando en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo ¡y sepan que yo estaré con ustedes hasta el fin del mundo! Y ese es el sostén del coraje, primero viene de la madre y ahora de Jesús.
Jesús es el que nos mantiene en el coraje apostólico que nos mantiene a llevar el mensaje, y eso lo hago, estoy en casa y está fulano enfermo, lo voy a ver y dejo caer una gotita de palabra a aquel tiene esta dificultad... una gotita de palabra. No sé, cada uno vea la manera como puede llevar adelante eso.


NOEL: Usted también nos habla a todos los que estamos sirviendo, acerca de no adueñarnos de cosas o de posiciones y no dejar a veces, que los que vienen queriendo buscar a Dios se topan con situaciones que en vez de traer no hacemos ese trabajo como debería de ser. Yo sé que lo debe de haber repetido muchas veces. El tener este diálogo con usted no es para un canal secular, es para nosotros, es para la familia, por eso le pregunto con esa confianza. Usted lo ha repetido pero sigue habiendo esta situación en estos, cuando se habla de que se van a levantar muros, también nosotros dentro de la Iglesia, tenemos muros. ¿Cómo hacer para derribar esos muros?
PAPA FRANCISCO: Una imagen que yo suelo usar mucho es que las iglesias tienen que tener las puertas abiertas. Una iglesia con puertas cerradas no sirve. En el apocalipsis hay una cosa muy bella y está en el capítulo 1 o 2, cuando Jesús habla a las 7 iglesias y a una de las siete iglesias les dice: "Yo estoy a la puerta y llamo, si alguien me abre yo voy a entrar, voy a cenar con él". O sea Jesús que golpea la puerta de nuestro corazón para que le abramos, pero a mí se me ocurre pensar ¡de puro malo que soy! Se me ocurre pensar que muchas veces Jesús está golpeando la puerta pero desde adentro para que lo dejemos salir a evangelizar.
A veces los cristianos lo tenemos encerrado. Una iglesia que tiene las puertas cerradas es una iglesia que tiene a Jesús golpeando las puertas desde adentro porque quiere salir.


NOEL: ¿Cuál es ese mensaje concretamente para nosotros los laicos dentro de un deseo genuino de llevar a Cristo, con la frescura, con la alegría, como usted lo ha dicho? No venir con una actitud, que no atrae a nadie. Usted lo ha dicho, mucha gente no es atraída cuando se le está golpeando cuando se le está amenazando. Todo ese tipo de cosas que a veces se dan nosotros los laicos cómo debemos de ser efectivos. Ya lo habló una palabra coraje, tenemos que tener coraje, pero ¿Qué más ingredientes nos faltan a los laicos para estar convencidos de nuestra fe?
PAPA FRANCISCO: Esta es una idea mía ¿no?, pero estoy casi seguro que así es, falta oración. Porque sin oración no hay coraje, falta intercesión, tenemos que orar más y salir, pero con oración siempre, porque salgo con el Señor. ¿No es cierto? La oración es lo que me une al Señor, educar en la oración, en la lectura meditada de la palabra de Dios y orante, ¿no? Creo que técnicamente la llaman la lectio divina ¿no? Ese es un ejercicio tan lindo, y todos tenemos un cuarto de hora por día para hacerlo, tomar la biblia, un pedazo y rumiar un poquito y orar, entonces la oración y orar. 
NOEL: ¿Qué desearía ver en los hogares, si la Iglesia de salida va a los hogares? Porque menos del 10 por ciento van a la iglesia, pero el 90 está afuera tenemos que ir por ellos, porque a veces no la pasamos solamente con el mismo grupo, tenemos que salir, pero si saliéramos a las casas y nos abrieran la puerta y nos dijeran "necesitamos oración, mi familia está dividida tiene problemas". Muchos grupos han hecho presencia, pero, ¿No le gustaría ver brigadas de misericordia, grupos que hagan la lectio divina en la casa, que hagan oración el rosario, o que se consagre la familia, la iglesia doméstica a Jesús, a la Virgen María? ¿Qué le gustaría ver?
PAPA FRANCISCO: Todo eso que usted ha dicho. Es tanta la variedad de cosas ¿no?. Que las bienaventuranzas vayan creciendo en esa casa, son un programa evangélico. Las Bienaventuranzas.

NOEL: Santidad, le han hecho muchos medios la pregunta, ¿Qué legado quiere dejar? Un sacerdote muy místico, me dice: "siento que el Papa tiene muchas cosas, que el Papa quiere dejar y decir en determinado momento. Usted como Pontífice de la Iglesia ¿Hay cosas que quiere decir? Dice Jesús, dejó siete palabras, que serían esas cosas como claves.
PAPA FRANCISCO: Iglesia en salida es una. Puertas abiertas, salir, cristianos en la calle, cristianos convencidos. Iglesia orante, no puedo llegar a Jesús si no hablo con Él si no lo conozco. Iglesia orante intercesora, quiero tocar un puntito que es clave, cristianos que sepan adorar al Señor, adorar a Dios.
El acto de adoración en silencio, un acto de adoración, uno sale con la fuerza de saber que hay alguien allá arriba, que es el Señor es Dios, es la fuerza más grande, adorar a Dios: yo te adoro Señor, porque nuestra oración a veces es muy mezquina, voy para pedir, "Señor dame esto tengo este problema". Está bien. Él nos quiere nos da una mano y arregla cosas.
Usted lo sabe por experiencia, pero, también algunos van a agradecer, pero ya es menos los que van a agradecer, pero adorar, que poquitos saben adorar, adorar a Dios que es el Señor en este mundo donde está lleno de señores, caciques diría yo, caciques de señores mundanos. No sé, que se creen los dueños del planeta, y este, no sé.
No me refiero a los que gobiernan los pueblos, no, también millonarios. El único señorío es del Señor, esos señoríos son el espíritu del mundo y esto es otra cosa, esto es lo que me gustaría dejar, dejar en cada hogar cristiano, en cada familia cristiana, en cada pueblo cristiano: la conciencia de que el espíritu del mundo no es de Dios, es la antítesis de Dios.
Por eso el Señor Jesús, cuando en la Última Cena ruega al Padre, ruega, no para que los saques del mundo, sino para que los defiendas. Nosotros tenemos que estar en el mundo, no somos monjes de clausura, tenemos que estar bien metidos en el mundo. Los monjes de clausura están en el mundo de otra manera pero están, pero tener cuidado que la mundanidad no nos corrompa.
La mundanidad empieza por el dinero, el diablo entra por el bolsillo, en el dinero. Jesús al dinero le dio estatus de señor, cuando dice nadie puede servir a dos señores, a dos patrones. O sirve a Dios o sirve al dinero, no dice al diablo, al dinero, o sea es señor, señor del mundo.
Servir a Dios significa no estar dependiendo del dinero. Al centro de mi vida está el Señor, no el dinero. Ese pasaje del Evangelio a mí siempre me impresionó, Jesús dice el señor dinero, es un señor pero cuando manda destruye, cuando se usa para utilizar a las personas.
Además te da seguridad, una seguridad que no es la de Dios, simplemente que uno necesita su sueldo de todos los meses todo, pero vivirlo con cierta sobriedad, austeridad. Recuerdo una vez hace muchos años, conocí a una persona, la había visto una sola vez. Sabía quién era, muy importante, un empresario muy importante, yo era muy amigo de un pariente de él.
Un día me contó que está muy mal, tiene un cáncer y es terminal, es un hombre, él dice que es cristiano, dice que es católico, sería bueno que se acercara un sacerdote para darle los sacramentos y se prepare a bien morir. Creo que sí, que recibió al sacerdote, pero era tal su arraigo al dinero que ese hombre tres días antes de morir, internado, compró una villa.
No sé si por Suiza, por Austria o dónde, lujosísima, para él, para los tres días que le quedaban. Además, la casa que tenía y todas las casas de veraneo, todo eso, o sea no pudo liberarse, en los umbrales de la eternidad, no pudo liberarse del dinero. No digo que se haya condenado o no, porque recibe el sacramento y Dios sabe perdonar... pero el dinero, cuando te agarra... pero ese es el primer paso adonde te lleva el dinero, a la vanidad.
Segundo paso: y la vanidad te llena la cabeza de humo, entonces uno en vez de mirar a la gente a los ojos, la mira así, la mira de costado. Soy superior, la vanidad, le gusta aparentar al vanidoso, como el pavo real, el pavo real uno lo mira y qué cosa hermosa, pero ¿Cuál es la verdad del pavo real? Da la vuelta y miras lo de atrás. Es la verdad, hablo de cosas reales. El segundo paso es la vanidad y ¿Cuál es el tercer paso? El orgullo, la soberbia y de ahí todos los pecados.
El primer paso: el dinero, el diablo se mete por el bolsillo. Segundo paso, la vanidad, porque tengo el dinero soy vanidoso, en vez de usarlo para bien lo uso para mí mismo, para maquillarse el alma, maquillarme la vida, maquillarme todo, maquillarme la importancia social... lo que sea. El tercer paso es el orgullo, la soberbia, que es la virtud del demonio.

 NOEL: Esta es una gran catequesis para todos nosotros, yo le dije: "yo no vine a sobarle el lomo", como usted dijo de usar esa palabra (risas). Ahora también, no vengo a sobarle el lomo, pero a subirle el rating del reino de Dios. ¿Qué le parece?
PAPA FRANCISCO: Me parece bien. Que el Señor ayude en todo esto. Que el Señor ayude. Vea cómo el demonio le sobó el lomo a Jesús, después de ayunar en el desierto, sintió hambre, y se le acercó: "si vos sos el hijo de Dios". Sospechaba el demonio, muy inteligente..."haced un milagro... haced que estas piedras sean pan y tenés el poder... una riqueza... el pan a mano". Jesús le contesta (después vuelvo sobre las respuestas).
Segundo paso: "¿Qué vas a hacer ahora, te vas a pasar predicando y todo? Junta la gente, subite al techo del templo, tírate abajo, no te va a pasar nada porque los Ángeles te van a sostener, y con ese espectáculo ya todo el mundo va a creer en ti". Vanidad. Jesús le contesta, cuando vio que no, no enganchaba. Lo lleva a lo alto y le hace ver todos los reinos de la tierra y ahí se saca la careta y le dice "te los regalo todos si me adoras". El último precio que pone. ¿Cómo contestó Jesús al diablo? ¡No le contestó con una palabra suya!, ¡Porque con el diablo no se dialoga! No se puede dialogar, porque nos gana siempre; Le contesta con la palabra de Dios: "No solo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. No tentarás al Señor tu Dios, Adorarás al Señor tu Dios y a Él solo servirás". ¿Por qué? Porque una palabra suya puede ser peligrosa frente a la astucia del demonio, ¡Cuando el demonio tienta la palabra de Dios!


NOEL: Le voy a no más mencionar un nombre y usted dice unas palabras para ellos, una respuesta para ellos o sea una respuesta así cortita: Jóvenes
PAPA FRANCISCO: Bueno a los jóvenes, lo que yo les pido es que no se jubilen a los 20 años. Es muy triste ver un joven que se jubile. El joven tiene que mirar adelante y luchar y pelear y usted puede hablar contando su vida a los jóvenes, miró siempre adelante y tantos así.
Por favor chicos no se jubilen, el futuro depende de ustedes, de los jóvenes ¿eh? Tengan coraje, se van a equivocar mil veces pero van a hacer cosas. Hay una manera de no equivocarse: quedarse encerrados en la casa, se quedan encerrados se jubilan y se apolillan... Un joven con el alma apolillada... que feo muy feo. Salgan, tengan ilusiones, apuesten a la vida, pero también hablen con los abuelos.
El profeta Joel en el capítulo cuarto dice una cosa muy hermosa: hablando de la gracia de Dios, en el pueblo de Dios: entonces los ancianos tendrán sueños, y los jóvenes van a profetizar a los del medio los deja al costado. La memoria de los pueblos son los ancianos, anímense hablen con los abuelos y de ahí saquen fuerzas de esa memoria.
Para ir adelante, profeticen, no profeticen solos, sino a partir de la memoria de los viejos. Vayan adelante, un pie apoyado en la memoria y el otro adelante. La esperanza, el coraje, nada de jubilación, nada de apolillamiento, nada de irse solitos. No, enganchados a la memoria del abuelo y profetizando al futuro. Anímense, les va a ir muy bien.


NOEL: ¿Qué les dice a las madres solteras?, que la mayoría son madres solteras pero también hay padres solteros.
PAPA FRANCISCO: Cuiden a sus hijos, Dios sabe, Dios es el gran padre, y sabe la historia de cada una, cada uno, cómo llegó a esa situación. En sus manos tienen una promesa, tienen un futuro. Cuídenlos, dedíquense a sus hijos y mucha ternura por favor.
Una de las enfermedades que tiene el mundo de hoy es la cardioesclerosis, corazones escleróticos duros, no saben expresar el amor y el cariño. Ternura, necesitamos ternura, necesitamos la revolución de la ternura, usted tiene ese niño, vino como vino, pero con mucha ternura llevarlo adelante y ustedes mismos de esta manera contagien ternura.


NOEL: Los ancianos, los abuelos muchos de ellos olvidados, solo eso.
PAPA FRANCISCO: De las cosas más tristes porque ellos son los que nos dieron la vida, los que tienen la memoria de los pueblos, y en este mundo, en esta cultura que es la cultura del descarte, ya cuando el abuelo no sirve se descarta.
Mi abuela me contaba, de chicos nos contaba muchas historias, recuerdo una: un señor de familia bien trabajador de una linda familia, estaba casado, varios hijos y su papá, viudo, vivía con ellos, pero el papá se fue poniendo viejo y... en la mesa cuando comía se le caía un poco la comida, se babosea.
Entonces él dijo no, a papá no lo podemos tener con nosotros porque no podemos invitar gente, entonces le compró una mesa chiquita y lo mandó a comer en la cocina, entonces la familia comía en el comedor y el viejito en la cocina, porque se baboseaba y quedaba mal. ¡Claro en el fondo estaba negando a su padre! ¿No? Y bueno a la semana llega del trabajo y encuentra a su hijo el más pequeño que tenía 4 años, y estaba con un martillo, unos clavos ahí, unas maderas jugando. Entonces el papá le pregunta qué estás haciendo, estoy haciendo una mesa papá. ¿Una mesa para qué? Para cuando vos seas viejo, para que puedas comer en la cocina. El chico vio eso (el Papa apunta su dedo al corazón).
Yo les digo, si ustedes, abandonan a los abuelos, sepan que la vida les puede pagar con la misma moneda. Los abuelos son la memoria, no descartarlos, la memoria de la familia, la memoria del pueblo, la memoria de la fe, no descartarlos, los abuelos son una riqueza muy grande.
Conozco un lugar, un país que está pasando por una crisis de desocupación bastante fuerte, y claro los abuelos tienen la pensión, tienen la jubilación. El interés no es por amor, el amor al abuelo se despertó en ese lugar por el comentario de toda la gente, se acordaron de los abuelos por la pensión, la jubilación. A los abuelos yo les diría: ustedes tienen el privilegio de poder orar, sean intercesores de sus hijos, de sus nietos, de sus bisnietos, oren, oren, con su oración sostengan a la familia.


NOEL: Los párrocos que a veces se les hace la tarea pesada, son muchas cosas. Una palabra para los párrocos sacerdotes.
PAPA FRANCISCO: A veces el párroco tiene que llevar tantas cosas además de los problemas de la parroquia, los problemas que se les confían y pueden caer en un gran cansancio. Yo les diría frenen un poco cuando están así. Cuando están así váyanse al sagrario, delante de la imagen de la Virgen, descansen un poquito, "padre si hago eso me duermo". Dormite 20 minutos delante del Señor que te va a hacer bien.

NOEL: Bueno, yo quisiera agradecerle, un mensaje para nosotros como apostolado El Sembrador que estamos sembrando y somos llamados a sembrar. Creo que la semilla ha caído en tierra buena, un mensaje para todos nuestros hermanos, servidores, miembros de este apostolado, que nuestra intención y nuestro deseo mayor es ir, salir y hacer eso que Jesús nos ha indicado y lo que usted nos viene diciendo.
PAPA FRANCISCO: Bueno usted se me adelantó un poquito, pero... en la respuesta. Pero el mensaje de Dios: tengan puntería, o sea que caiga en tierra buena, pero algunos van sembrando como quien va de paseo y no les interesa la semilla, no la palabra, la semilla sagrada, fíjate bien donde cae, no las desperdicies.

NOEL: Quisiéramos ya en este momento solamente pedirle su bendición para todos los que van a ver esto, porque yo no vengo aquí solo, vengo representando a muchísima gente, que desearían estar cerca, como estoy yo, como estamos aquí nosotros, pero nuestra tarea es que usted a través de este medio llegue, toque, con lo que nos ha dicho, con su corazón abierto, lo que nos ha mencionado que desearía. Nosotros no lo tomamos solamente como un comentario, como una plática más, la queremos hacer nuestra y llevarla a cabo. Así como ha sido su deseo. Yo como hijo, usted como papá, yo siento el deseo de cumplir y llevar a cabo también sus buenos deseos.
PAPA FRANCISCO: Adelante, coraje, oración y mucha ternura, mucha ternura. Les bendiga Dios Todopoderoso, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
 Jesús Bastante


Crecen los nuevos casos de lepra infantil y con discapacidad mientras se estanca la eliminación de la enfermedad


La lepra registró 210.758 nuevos casos en 2015, solo un 1,5% menos que en 2014, y sigue avanzando en África y, sobre todo, el sur y este de Asia. Tres países (India, Brasil e Indonesia) concentran el 81% de las detecciones. En 2016, se notificaron 11 nuevos casos en España: 3 en Madrid, 2 en Andalucía y Cataluña, y 1 en Castilla-La Mancha, Castilla y León, Extremadura y País Vasco
La enfermedad de la lepra registró 210.758 nuevos casos en 2015, último año del que existe información. La cifra supone una reducción del 1,5% respecto a 2014, cuando se detectaron 213.899 casos en el mundo, pero evidencia un estancamiento en el proceso de eliminación de la enfermedad: cada dos minutos, un nuevo caso. Además, se han incrementado las detecciones en niños y con discapacidades asociadas, de acuerdo con los datos recopilados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) que difunde hoy con motivo del Día Mundial contra la Lepra la asociación Fontilles, entidad española sin ánimo de lucro referente en la lucha contra la enfermedad. Ello incumple dos de los tres objetivos de la campaña Triple Cero de la Federación Internacional de Asociaciones contra la Lepra (ILEP, de la que la asociación es miembro): cero transmisión y cero discapacidad.
«Si la enfermedad sigue existiendo es debido a la pobreza, que facilita su transmisión, y al miedo al rechazo y al maquillaje de datos por parte de algunos gobiernos, que dificultan su atención temprana», lamenta B. Vijayakrishnan, representante de Fontilles en India. «A pesar de que las cifras recogidas por la OMS muestran un descenso en el número de nuevos casos detectados, la realidad es que la prevalencia de la lepra no se ha reducido en los últimos 10 años, lo que se ha reducido es la detección de casos y su búsqueda activa», considera.
Además, de acuerdo con el último informe del organismo de la ONU, referido a 136 países, la enfermedad ha avanzado de forma absoluta en dos regiones: un 7,5% en África, al pasar de 18.597 nuevos casos registrados a 20.004, y un 0,8% en el sudeste asiático, al pasar de 154.834 a 156.118. Catorce países concentran el 95% de las nuevas detecciones y tres de ellos, el 81%: India, con 127.326, el 60%; Brasil, con 26.395, el 13%; e Indonesia, con 17.202, el 8%.
Datos alarmantes: recaídas, niños, mujeres y discapacidad
Los indicadores más preocupantes son, sin embargo, los referidos al número de recaídas y al porcentaje de nuevos casos con discapacidades visibles, y en niños y mujeres. El informe evidencia que las recaídas han aumentado un 131,6% en solo un año, al pasar de 1.312 a 3.039, lo que supone el fallo en la vigilancia de la evolución del tratamiento por parte de algunos sistemas nacionales de salud. Por su parte, lejos de retroceder, los nuevos casos detectados en niños y niñas menores de catorce años suponen nueve de cada cien registros (18.796, el 8,9% del total, una décima superior a 2014), lo que indica la continuidad de la transmisión de la infección en las comunidades empobrecidas.
A su vez, sigue aumentando el porcentaje de personas afectadas que presentan discapacidades de grado 2 (visibles) en el momento de la detección (14.059, el 6,7% del total mundial, una décima más que en 2014). Se consolida así la tendencia que se viene detectando desde 2006, cuando la discapacidad visible afectaba a 12.392 personas. Al haberse disminuido ligeramente el número absoluto de nuevos casos, el crecimiento de la tasa de discapacidad, que asciende a 2,1 casos por millón de habitantes, evidencia que las detecciones son cada vez más tardías, frente al objetivo de rebajarla a un caso por millón establecido en la Estrategia Mundial contra la Lepra 2016-2010. La situación es especialmente preocupante en el sur y este de Asia. En India, por ejemplo, el porcentaje de discapacidades visibles en los nuevos casos ha pasado del 2,25% en 2006 al 4,6% en 2015.
Por último, las detecciones en mujeres suponen solo el 38,8% del total (81.860) pese a no tener un menor riesgo de contraer la enfermedad, lo que evidencia de nuevo una brecha de género en el acceso a los servicios de prevención, diagnóstico y tratamiento. Las mujeres y niñas tienen el doble de posibilidades de ser diagnosticadas de manera tardía y presentan un triple riesgo de padecer pobreza y exclusión, al ser discriminadas por motivo de género, de discapacidad y de estigma social. Siguen pareciendo invisibles y sus casos no se registran.
La lepra en Europa y España
La lepra es una enfermedad vinculada a la pobreza y a comunidades con graves deficiencias sanitarias por lo que, sin estar erradicada, no supone un problema de salud pública en los países europeos, que en 2015 solo comunicaron 18 nuevos casos a la OMS. En 2015 se detectaron en España 8 nuevos casos (6 de ellos habían contraído la enfermedad en otros países) y había 34 personas en tratamiento.
En 2016, se notificaron al Registro Estatal de Lepra 11 nuevos casos (8 de ellos con país de origen distinto a España): 3 en Madrid, 2 en Andalucía y Cataluña, y 1 en Castilla-La Mancha, Castilla y León, Extremadura y País Vasco. Había 30 personas en tratamiento: 10 en Cataluña, 6 en Madrid, 4 en Andalucía, 3 en Castilla-La Mancha, 2 en Baleares y 1 en Castilla y León, Comunidad Valenciana, Extremadura, Galicia y País Vasco.
Día Mundial de Lucha contra la Lepra y campaña de sensibilización
El Día Mundial contra la Lepra se instauró en 1954 a iniciativa del periodista francés Raoul Follereau y se celebra el último domingo de enero con motivo de la muerte de Mahatma Gandhi, en reconocimiento de su intenso trabajo de ayuda a las personas afectadas. Su objetivo es sensibilizar a la población mundial sobre la existencia de una enfermedad que muchas personas creen erradicada pero no lo está, y conseguir la ayuda necesaria para prevenirla, detectarla, reducir la incidencia de las discapacidades asociadas y garantizar el futuro de quienes la padecen o la han padecido.
La campaña Bastan dos pastillas al día para curar la lepra, lo difícil es detectarla. Ayúdanos a llegar a tiempo, que Fontilles impulsa este año con motivo del día mundial, pretende precisamente dar a conocer la continuidad de la enfermedad pese a la sencillez de su cura. Un tratamiento facilitado gratuitamente por la OMS de dos pastillas diarias durante un año (seis meses en los casos menos graves) basta para eliminar la bacteria y, si se suministra a tiempo, sirve para impedir el desarrollo de discapacidades.
La asociación Fontilles
Fontilles, asociación sin ánimo de lucro declarada de interés público, es la entidad española referente en la lucha contra la lepra desde la apertura en 1909 del sanatorio del mismo nombre en el municipio de Vall de Laguar (Alicante), centro de referencia internacional en la enfermedad. Desarrolla 26 proyectos en 14 países (Etiopía, Mozambique, República Democrática del Congo, Benín, Bolivia, Ecuador, Honduras, Nicaragua, El Salvador, Paraguay, Argentina, India, Nepal y Vietnam) con el objetivo de acabar con la lepra y sus consecuencias, especialmente en niños y niñas, así como con el resto de enfermedades ligadas a la pobreza, y apoyar el desarrollo sostenible de las poblaciones afectadas. Lo hace mediante cursos de formación especializada, actividades de sensibilización y educación para el desarrollo, y, sobre todo, proyectos de cooperación sanitaria internacional, salud comunitaria, salud materno-infantil, prevención de discapacidades y rehabilitación física y socioeconómica.
Asociación Fontilles

El Papa Francisco: un conservador inteligente



A Francisco le entendieron enseguida los obispos y sacerdotes con espíritu misionero, que van por la vida ligeros de equipaje, sonríen y se vuelca en ayudar a toda persona que se encuentran en su camino, sea de cualquier raza o religión
A los dos o tres meses de la elección del Papa Francisco, cuando muchos altos cargos del Vaticano seguían teniendo dificultades para tomarle la medida, un cardenal anciano y sabio me dijo: «A este Papa se le puede definir con una palabra». Me quede mirándole, incrédulo. Después de haber intentado en vano presentar su poliédrico perfil en artículos de cientos de palabras, no podía creer que pudiera hacerse simplemente en una. El anciano cardenal me leyó el pensamiento y me dijo, con una sonrisa: «Enamorado».
Tenía razón. Francisco multiplicaba sus energías y derrochaba gestos de cariño cada semana con miles de personas porque estaba enamorado de Jesucristo y de María. El amor da alas, y el corazón empuja con una fuerza irresistible. Quizá otra buena definición, pero en dos palabras, es la que él propone como modelo y se aplica en primer lugar a sí mismo: «Discípulo misionero». Un católico no es en primer lugar un miembro de alguna estructura eclesiástica como parroquia o movimiento, sino una persona que camina cerca de Jesús. Como las mujeres que le seguían en sus caminatas y extendían su mensaje con una rapidez y eficacia iguales a la de los discípulos enviados a predicar por los pueblos.
Al Papa le entendieron enseguida los obispos y sacerdotes con espíritu misionero, que van por la vida ligeros de equipaje, y se vuelcan en ayudar a toda persona que encuentran en su camino, sea de cualquier raza o religión.
Pero un Papa tiene que ser, además, un guía espiritual para todos, una especie de faro que orienta en los momentos complicados.
Bajo ese aspecto, se le podría definir en dos palabras como un conservador inteligente. Es conservador en todos los temas esenciales, pero los conserva del modo oportuno en cada momento, evitando que los ropajes anticuados terminen por ocultar el cristianismo o por hacerlo antipático.
Juan XXIII se deshizo de la silla gestatoria, ya completamente anacrónica. Pablo VI aceptó ponerse la triple corona que le habían regalado los fieles de Milán, pero luego la subastó para obras de caridad. Benedicto XVI la canceló de su escudo papal, sustituyéndola por una mitra, símbolo de los obispos.
Francisco se esfuerza por conservar y revalorizar los elementos centrales del cristianismo, que se perciben bien leyendo los Evangelios, y que suelen tener como terreno de juego el propio corazón. Y como vara de medida, la sinceridad con Dios.
Al mismo tiempo, se ha desprendido de costumbres que respondían más bien a la tradición de la corte de Versalles. Habían sido útiles durante siglos, pero se habían vuelto contraproducentes.
Lo curioso es que Francisco no solo revaloriza elementos centrales del cristianismo, como la alegría, la ternura y la misericordia, sino que los utiliza como poderosas palancas virtuales para lograr, por las buenas, resultados antes inalcanzables.
Su valía la descubrieron en primer lugar los grandes medios económicos norteamericanos como The Wall Street JournalForbes o Fortune, que siguen prestándole mucha atención por dos motivos: porque sabe revitalizar instituciones y porque entiende en profundidad el mundo en que vivimos.
En llamativo contraste con ciertos católicos que pontifican sobre lo que debe hacer el Pontífice, algunas de las personas con mayor responsabilidad social y económica se acercan a escucharle. El último Global Forum bianual organizado conjuntamente por Forbes y Time para líderes de las 500 mayores empresas del mundo tuvo lugar en Roma el 2 y 3 del pasado mes de diciembre. Lo celebraron allí para poder tener una audiencia exclusiva en el Vaticano y escuchar al Papa.
Ese perfil de conservador inteligente y su capacidad de comunicación son la envidia de estadistas y jefes de grandes empresas.
Así como Benedicto fue uno de los mayores intelectuales del siglo XX, Francisco es el primer Papa del siglo XXI porque se adapta de modo instintivo a un mundo cambiante y aplica de modo inmediato las nuevas reglas del juego.
Evangeliza al modo mental de hoy. De un mundo en que hemos pasado de los lenguajes oficiales a los coloquiales, de las estructuras piramidales a las de red, y de la primacía del coeficiente intelectual a la del coeficiente emocional.
Francisco es un caso asombroso de inteligencia emocional, que a veces falta a algunos pastores. Y un ejemplo de visión de futuro. Nos lo ha dicho varias veces: «No vivimos una era de cambios, sino un cambio de era».
Juan Vicente Boo
Corresponsal de ABC en el Vaticano.
Autor de El Papa de la alegría (Editorial Espasa)