sábado, 29 de mayo de 2010

Oración del enfermo. Juan Pablo II


Señor,
Tu conoces mi vida
y sabes mi dolor,
Has visto mis ojos llorar,
Mi rostro entristecerse,
Mi cuerpo lleno de dolencias
Y mi alma traspasada por la angustia.

Lo mismo que te pasó a ti
Cuando, camino de la cruz,
Todos te abandonaron
Hazme comprender tus sufrimientos
Y con ellos el Amor que Tu nos tienes.

Y que yo también aprenda
Que uniendo mis dolores a Tus Dolores
Tienen un valor redentor por mis hermanos.

Ayúdame a sufrir con Amor,
Hasta con alegría.
Sí no es ¨posible que pase de mi este cáliz¨.
Te pido por todos los que sufren:
Por los enfermos como yo
Por los pobres, abandonados,
los desvalidos,
los que no tienen cariño
ni comprensión y se sienten solos.

Señor:
Sé que también el dolor lo permites Tu
Para mayor bien de los que te amamos.
Haz que estas dolencias que me aquejan,
Me purifiquen,me hagan más humano,
Me transformen y me acerque mas a Ti.
Amén.

Congregación para la doctrina de la fe. Enfermedad

El anhelo de felicidad, profundamente radicado en el corazón humano, ha sido acompañado desde siempre por el deseo de obtener la liberación de la enfermedad y de entender su sentido cuando se experimenta. Se trata de un fenómeno humano que, interesando de una manera u otra a toda persona, encuentra en la Iglesia una resonancia particular. En efecto, la enfermedad se entiende como medio de unión con Cristo y de purificación espiritual y, por parte de aquellos que se encuentran ante la persona enferma, como una ocasión para el ejercicio de la caridad. Pero no sólo eso, puesto que la enfermedad, como los demás sufrimientos humanos, constituye un momento privilegiado para la oración: sea para pedir la gracia de acoger la enfermedad con fe y aceptación de la voluntad divina, sea para suplicar la curación.

La victoria mesiánica sobre la enfermedad, así como sobre otros sufrimientos humanos, no se da solamente a través de su eliminación por medio de curaciones portentosas, sino también por medio del sufrimiento voluntario e inocente de Cristo en su pasión y dando a cada hombre la posibilidad de asociarse a ella. En efecto, "el mismo Cristo, que no cometió ningún pecado, sufrió en su pasión penas y tormentos de todo tipo, e hizo suyos los dolores de todos los hombres: cumpliendo así lo que de Él había escrito el profeta Isaías (cf. Is 53, 4-5)".(4) Pero hay más: "En la cruz de Cristo no sólo se ha cumplido la redención mediante el sufrimiento, sino que el mismo sufrimiento humano ha quedado redimido. (…) Llevando a efecto la redención mediante el sufrimiento, Cristo ha elevado juntamente el sufrimiento humano a nivel de redención. Consiguientemente, todo hombre, en su sufrimiento, puede hacerse también partícipe del sufrimiento redentor de Cristo". (5)

Sin embargo, es en el Nuevo Testamento donde encontramos una respuesta plena a la pregunta de por qué la enfermedad hiere también al justo. En su actividad pública, la relación de Jesús con los enfermos no es esporádica, sino constante. Él cura a muchos de manera admirable, hasta el punto de que las curaciones milagrosas caracterizan su actividad: "Jesús recorría todas las ciudades y aldeas; enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y sanado toda enfermedad y toda dolencia" (Mt 9, 35; cf. 4, 23). Las curaciones son signo de su misión mesiánica (cf. Lc 7, 20-23). Ellas manifiestan la victoria del Reino de Dios sobre todo tipo de mal y se convierten en símbolo de la curación del hombre entero, cuerpo y alma. En efecto, sirven para demostrar que Jesús tiene el poder de perdonar los pecados (cf. Mc 2, 1-12), y son signo de los bienes salvíficos, como la curación del paralítico de Bethesda (cf. Jn 5, 2-9.19.21) y del ciego de nacimiento (cf. Jn 9).

La Iglesia acoge a los enfermos no solamente como objeto de su cuidado amoroso, sino también porque reconoce en ellos la llamada "a vivir su vocación humana y cristiana y a participar en el crecimiento del Reino de Dios con nuevas modalidades, incluso más valiosas. Las palabras del apóstol Pablo han de convertirse en su programa de vida y, antes todavía, son luz que hace resplandecer a sus ojos el significado de gracia de su misma situación: "Completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia" (Col 1, 24). (6) Precisamente haciendo este descubrimiento, el apóstol alcanzó la alegría: "Ahora me alegro por los padecimientos que soporto por vosotros" (Col 1, 24)". Se trata del gozo pascual, fruto del Espíritu Santo. Y, como San Pablo, también "muchos enfermos pueden convertirse en portadores del "gozo del Espíritu Santo en medio de muchas tribulaciones" (1 Ts 1, 6) y ser testigos de la Resurrección de Jesús".(7)

viernes, 28 de mayo de 2010

Jesucristo, Sacerdote, Profeta y Rey



Cristo Como Sacerdote.
El sacerdote del Antigüo Testamento era un hombre consagrado divinamente para representar a los hombres delante de Dios. Para poder conseguir el favor divino para los representados, el sacerdote ofrecía sacrificios. Cristo se ofreció a sí mismo como "El Cordero de Dios que quita el pecado del mundo" para reconciliar a los hombres con Dios. Su ministerio sacerdotal no ha terminado. (Heb. 7:25). El es nuestro actual Sacerdote, quien intercede al Padre a nuestro favor.

Cristo como Profeta.
El profeta traía el mensaje de Dios a los hombres por predicación y por predicción de acontecimientos futuros. Cristo hizo estas dos cosas. (Mat. 5 al 7 comparado con Mat. 24) Moisés profetizó de Cristo como El Profeta. (Hech. 3:22-26 comparado con Mat. 21:10-11) ¿Quién entre lo sabios, filósofos, patriarcas o profetas, jamás habló como El? En la majestad de su incomparable superioridad abanza, ararncando de sus enemigos este elogio involuntario: "Nunca ha hablado hombre así como este habla" (Juan 7:46)

Cristo como Rey.
Los judíos, basados especialmente en las profecías de David y de Daniel, creían que el Mesías sería un rey y estaban en lo cierto, con la única diferencia de que "su reino no era de este mundo". Jesús declara ante Pilato Su posición de Rey. (Juan 18:36-37) El ladrón arrepentido le reconoció como rey y le pidió lugar en su reino. (Luc.23:42) Los cristianos esperamos su segunda venida en la cual se manifestará como "Rey de Reyes y Señor de Señores". (I Tim. 6:14-16) Es el deber de los siervos de Dios predicar Su Palabra y hacer súbditos para este reino mientras el Señor viene, sabiendo que El pagará a cada uno conforme a su labor,

Nosotros, los bautizados también debemos actuar como sacerdotes, ofreciendo sacrificios y culto a Dios, pidiendo perdón e implorando la paz y la gracia. Como profetas, transmitiendo la voluntad divina y viviendo de manera que seamos ejemplo y realicemos nuestra acción evangelizadora. Como reyes, intentando cambiar el mundo a través de nuestro testimonio.

Necesitamos la ayuda del Espíritu Santo para poder acercarnos a lo que Dios quiere de nosotros.

MEMM

martes, 25 de mayo de 2010

Espíritu Santo

El libro del Génesis nos narra que, cuando Dios creó al hombre modelándolo del barro, "le sopló en las narices y así se convirtió en un ser vivo" (Gén 2,7). Por eso también Cristo, como el Padre, sopla su Espíritu sobre sus apóstoles para transmitirles la vida. Sin el alientovital nada existe. Así como el cuerpo sin el alma es un cadáver, el hombre sin el Espíritu Santo está muerto y se corrompe. Por eso, en la profesión de fe, decimos que "creemos en el Espíritu Santo, que es Señor y Dador de vida". ¿Y cómo nos comunica esa vida? Cristo lo dice a continuación: "a quienes les perdonen los pecados, les quedan perdonados..." Es la vida de la gracia santificante, que producen los sacramentos: el bautismo, la confesión, la Eucaristía y los otros cuatro. Él es el Espíritu Santificador, que da vida, alienta todo y "anima" todo. Es esto lo que Cristo nos quiere significar con esta imagen del viento.

Debemos pedir ayuda al Espíritu Santo en las situaciones difíciles de nuestra vida, también en todo momento para que nos ayude a acercarnos a nuestro Señor.

Una oración del cardenal Verdier al Espíritu Santo:

“Oh Espíritu Santo,

Amor del Padre, y del Hijo:

Inspírame siempre

lo que debo pensar,

lo que debo decir,

cómo debo decirlo,

lo que debo callar,

cómo debo actuar,

lo que debo hacer,

para gloria de Dios,

bien de las almas

y mi propia santificación.

Espíritu Santo,

dame agudeza para entender,

capacidad para retener,

método y facultad para aprender,

sutileza para interpretar,

gracia y eficacia para hablar.

Dame acierto al empezar,

dirección al progresar

y perfección al acabar.Amén” (Cardenal Verdier).

jueves, 20 de mayo de 2010

Pedir ayuda al Espíritu Santo

Hazte una pregunta: ¿tú realmente estás trabajando acompañado de esa fuerza misteriosa, santificadora y vivificadora que es la alianza y la unión con el Espíritu Santo, que habita en tu corazón por la gracia, que está dentro de ti por la gracia, con la Santísima Trinidad, con el padre y con el Hijo?

Realmente pregúntate: ¿tú trabajas aliado a Él? ¿Lo recuerdas? ¿Cuántas veces lo sientes en tu vida, en tus oraciones, en tus recreos, en el comedor, en todo tu tiempo?

¿Cuántas veces te percatas de que cuentas y estás con el Espíritu Santo santificador trabajando por lograr aquellos actos, que parecen intrascendentes, tu santificación personal?

Trabaja pues y haz todo esto con una gran confianza y estrecha unión con el “socio”, con el que vas hacer la obra más importante de tu vida: la obra de tu santificación. No hay socio mejor ni amigo mejor.

Tú ya tiene un “socio” para poder santificarte. Tú tienes que trabajar con tu “socio” para poder santificarte. Tú tienes que trabajar con tu “socio” para preparar el mármol, la piedra, el material donde Él y tú van a esculpir la imagen viviente de nuestro Señor Jesucristo. Así es como tú desde la santidad y desde la amistad con el Espíritu Santo vas a lograr llegar a ser otro Cristo, un testimonio viviente del Evangelio. Así es como va a cumplirse en ti aquello de: que Cristo sea vuestra vida.
Catholic.net

Realmente por mucho que lo intentemos no podemos realizar nada solos, es como si inténtasemos mover una gran roca, por mucha fuerza que hagamos día tras día no se mueve ni un milímetro, necesitamos ayuda exterior. Necesitamos la ayuda del Espíritu Santo, para que como dice el árticulo, Dios nos vaya moldeando, nos vaya quitando esos trozos de barro que nos sobran y nos afean, nuestros pecados, y haga una imagen nuestra cada vez más cercana a la que Dios quiere de nosotros.

Pero para eso también necesita nuestra colaboración y sobre todo que se lo pidamos de corazón, que le pidamos su ayuda y le preguntemos: ¿Señor, qué quieres de mí?. Que yo voy a hacer tu voluntad.
MEMM

jueves, 13 de mayo de 2010

Voluntariado para la JMJ 2011

Carta de María:

En la hoja parroquial de esta semana se anima a presentarse como voluntario para la JMJ, os quería proponer que hicieseis un artículo explicando quien puede ser voluntario. ¿Solo jóvenes? y de que diferentes maneras se puede ayudar,¿es necesario ofrecer tu casa?, ¿tienes que tener todos los días libres? ,¿Puedes ayudar en el tiempo que tengas después del trabajo?.¿Tienes que ir a todos los actos que se celebren o cada uno puede ayudar en función de lo que pueda? .Estas son por ejemplo algunas de las dudas que yo tengo.
Un saludo y gracias por vuestra atención.
María
Muchas gracias, María, por tu interés. Más adelante ya se publicará algo más concreto. De momento lo que se
necesita es saber las personas que pueden ayudar en algo, es decir, la diponibilidad de la gente.
Lo que ya te puedo contestar es que: Si puedes ofrecer tu casa para algún peregrino, estupendo, pero no es necesario. Hay muchas personas que tienen ganas de ayudar y no tienen habitaciones disponibles.
La edad por supuesto no importa.
El Papa va a estar en Madrid del 18 al 21 de agosto, pero los peregrinos empezarán a venir desde el día 15 y terminarán de marchar el 30.
Puedes ofrecerte a ayudar los 15 días, o una semana o 4 días, lo que puedas y en lo que puedas. Habrá muchas cosas para hacer, en la parroquia van a alojar a bastantes. Se puede ayudar haciendo desayunos, ordenando, limpiando, recibiendo personas.....
Ya recibiremos más información, de momento espero haberte ayudado algo. Un saludo.
Postmaster

martes, 11 de mayo de 2010

Necesitamos el amor de Dios

Necesitamos el amor de Dios y eso se debe traducir en obras concretas con otras personas. No podemos dejar que nuestros problemas personales, el ruido de cada día nos alejen de Dios y adormezcan nuestra fe.

Necesitamos una amistad profunda con Jesús, ¿quién no ha experimentado una alegría más intensa cuando se encuentra más cerca del Señor?

El Amor exige hacerse concreto y efectivo en el amor a los hermanos. Hemos comprendido lo que es el amor porque Él se desprendió de su vida por nosotros; ahora también debemos desprendernos de la vida por nuestros hermanos.

El amor es Dios mismo. Hay un comentario bellísimo del danés Kierkegaard:

" Tú nos has amado primero, oh Dios. Hablamos de Tí como si nos hubieses amado primero una sola vez. Sin embargo, Tú nos amas continuamente primero, día tras día, durante toda la vida. Cuando me despierto por la mañana y elevo mi espíritu y mi plegaria hacia Tí, Tú te anticipas y eres el primero en amarme. Y si madrugo al alba e inmediatamente elevo hacia Tí mi espíritu y mi plegaria, también Tú te has anticipado ya y estás amándome primero. Y siempre es así. ¡Qué ingratos somos cuando hablamos como si Tú nos hubieses amado primero una sola vez...!"

Y que felices nos debemos encontrar sabiéndonos amados continuamente y tanto por Dios.

viernes, 7 de mayo de 2010

Virgen de la Parroquia, Virgen del Colegio. Virgen María


El miércoles celebrábamos en la parroquia la festividad de Nuestra Señora de Europa.

Primero hubo una ofrenda de flores a la Virgen y después una misa concelebrada por los tres sacerdotes de nuestra parroquia y por tres sacerdotes más. Unos de ellos, presidía la Eucaristía, el párroco de Nuestra Señora de las Delicias.

Una homilía clara y entrañable, la misa estuvo amenizada por los dos coros de nuestra parroquia.

Se sentía que éramos una verdadera comunidad, hijos de María, y creo que todos nos emocionamos muchísimo cuando el coro cantó la oración de Santa Teresa: Nada te turbe, nada te falte, solo Dios basta....

Me imagino, que igual que yo otras personas, retrocedimos unos cuantos años, y volvimos al colegio cuando cantamos: Salve Madre que en la tierra de mis amores....... Cuando íbamos de casa en casa pidiendo flores para María y un coro de voces infantiles y juveniles cantábamos a la Virgen la misma canción con toda nuestra inocencia.
Han pasado unos cuantos años, para unos más y para otros menos, y seguimos cantando y rezando a nuestra Madre, quizás no con tanta inocencia, pero con el mismo Amor y la misma entrega.

¡ Madre, intercede por nosotros! y "si mi amor te olvidare, tú no te olvides de mí".

Os dejo esta cita:
“María dio Fe a las palabras del ángel y por la Fe concibió y fue escogida para que, por su medio, naciera entre los hombres nuestra Salud. María es bienaventurada porque oyó la palabra de Dios y la puso en práctica; por que más guardó la verdad en su mente que en su seno" San Agustín

MEMM

martes, 4 de mayo de 2010

Virgen fiel, poderosa y clemente. Juan Pablo II



Oh Virgen naciente, esperanza y aurora de la salvación para todo el mundo!, vuelve benigna tu mirada maternal hacia todos nosotros, reunidos aquí para celebrar y proclamar tus glorias.


¡ Oh Virgen fiel, que fuiste siempre solícita y dispuesta a recibir, conservar y meditar la Palabra de Dios!, haz que también nosotros, en medio de las dramáticas vicisitudes de la historia, sepamos mantener siempre intacta nuestra fe cristiana, tesoro preciado transmitido por nuestros padres.


¡Oh Virgen poderosa, que con tu pie aplastas la cabeza de la serpiente tentadora!, haz que cumplamos, día tras día, nuestras promesas bautismales, con las que hemos renunciado a Satanás, a sus obras y seducciones, y sepamos dar al mundo un gozoso testimonio de esperanza cristiana.


¡ Oh Virgen clemente, que siempre has abierto tu corazón maternal a las invocaciones de la humanidad, a veces lacerada por el desamor y hasta, desgraciadamente, por el odio y la guerra! enséñanos a crecer, todos juntos, según las enseñanzas de tu Hijo, en la unidad y en la paz, para ser dignos hijos del único Padre Celestial. Amén