domingo, 7 de diciembre de 2014

Con el Papa Francisco a los pies de María Inmaculada

María Inmaculada: verdad, caridad, pureza, esplendor del Evangelio para el mundo entero. En Ti se hizo carne la Palabra de Dios
Recorriendo idealmente la peregrinación que tantas veces cumplieron sus predecesores, el Papa Francisco realiza también este año -  el 8 de diciembre -  el tradicional acto de veneración, homenaje y oración del Obispo de Roma a los pies de la imagen  de la Madre de Dios, que vela sobre la diócesis del Papa, desde lo alto de la columna de la plaza de España. La misma que el beato Pío IX, hizo colocar sobre una columna como perenne recuerdo del Dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, que había proclamado el 8 de diciembre de 1854.
«La Inmaculada es fruto del amor de Dios que salva el mundo». «¡Qué bella es nuestra Madre que pone su mirada de amor sobre nosotros!» destacó el Papa Bergoglio el 8 de diciembre de 2013. Alabando la belleza de la Madre de Dios y Madre nuestra invitó a todos los fieles a reconocer en María nuestro destino verdadero, nuestra vocación más profunda: ser amados, ser transformados por el amor de Dios.
Nos preparamos a celebrar la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, con el ruego que el Papa Francisco le dirigió en su oración a la Virgen Santa: «ayúdanos a escuchar la voz del Señor: el grito de los pobres, enfermos y necesitados, los ancianos y los niños, toda vida humana sea siempre amada y venerada»:

ORACIÓN DEL SANTO PADRE FRANCISCO

Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María
Domingo 8 de diciembre de 2013

Virgen Santa e Inmaculada,
a Ti, que eres el orgullo de nuestro pueblo
y el amparo maternal de nuestra ciudad, nos acogemos con confianza y amor.
Eres toda belleza, María.
En Ti no hay mancha de pecado.
Renueva en nosotros el deseo de ser santos:
que en nuestras palabras resplandezca la verdad, que nuestras obras sean un canto a la caridad,
que en nuestro cuerpo y en nuestro corazón brillen la pureza y la castidad, que en nuestra vida se refleje el esplendor del Evangelio.
Eres toda belleza, María.
En Ti se hizo carne la Palabra de Dios.
Ayúdanos a estar siempre atentos a la voz del Señor:
que no seamos sordos al grito de los pobres, que el sufrimiento de los enfermos y de los oprimidos no nos encuentre distraídos,
que la soledad de los ancianos y la indefensión de los niños no nos dejen indiferentes, que amemos y respetemos siempre la vida humana.
Eres toda belleza, María.
En Ti vemos la alegría completa de la vida dichosa con Dios.
Haz que nunca perdamos el rumbo en este mundo:
que la luz de la fe ilumine nuestra vida, que la fuerza consoladora de la esperanza dirija nuestros pasos,
que el ardor entusiasta del amor inflame nuestro corazón, que nuestros ojos estén fijos en el Señor, fuente de la verdadera alegría.
Eres toda belleza, María.
Escucha nuestra oración, atiende a nuestra súplica: que el 
amor misericordioso de Dios en Jesús nos seduzca,
que la belleza divina nos salve, a nosotros, a nuestra 
ciudad y al mundo entero.

Amén.

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